Por mucho que los Gallagher nos insistiesen en que no hay que mirar al pasado con rabia, nos cuesta no recordar aquel primer verano pandémico donde hicieron de nuestro sayo un pandero y muchas otras decisiones propias y ajenas que, acumuladas a lo largo del tiempo, casi acaban matando nuestro espíritu navideño, sometido por el peso de tanta amargura. Pero la Navidad es una cosa seria para el deportivismo y para ¡Cuánto sufrimos, Martín! Podcast. En Nochebuena cumple años (91 ya) Arsenio Iglesias, faro guía de una forma particular de estar en el mundo que consiste en ser deportivista. Y aprovechando el subidón de moral que dan un liderato y una victoria en el minuto 90 (que no os engañen: las glorias, si se sienten como propias, saben igual en la categoría que sea), Benjamín y Manuel decidimos volver a abrir el teatro de variedades de las ocasiones especiales. Venid, sentaos al ladito de la chimenea, y escuchad los cuentos de Navidad de Miguel y de Artabrias, y la reinterpretación más delirante de Frank Capra que hayáis escuchado (porque ni un solo mito cultural va a quedar sin mancillar mientras este podcast siga en pie). Grabar dos semanas seguidas es nuestro regalo (envenenado) para todos y todas los que, a pesar de que nuestro disco suena a rayado, nos seguís acompañando año a año para sostener esta bendita losa de ser aficionados a El Mejor Club del Mundo. De acuerdo, 2021 no ha sido tal vez lo que nos prometieron en 2020 que iba a ser. Pero, al menos en lo que al Dépor se refiere, parece que, esta vez sí, 2022 promete. Muchas gracias a quienes estáis dispuestos a comprobarlo con nosotros dándonos más cariño del que este par de señores al que les hace gracia llamarse podcasters merecen. Os queremos fuerte. Cuidaos mucho.

Se publica este podcast con la misma ilusión con la que un niño escribe una carta de Navidad, con la esperanza de que llegue a tiempo a quien tiene que llegar: un señor obeso que pilota un trineo de renos voladores o algún deportivista viajando camino de León, donde en pocas horas el Deportivo quiere cerrar un año de competición que comenzó histérico y termina inusualmente calmo, con el equipo líder ocurra lo que ocurra en el campo de la Cultural. Camina este equipo con un aplomo tan normalizado que causa elogios en tipos tan curtidos como Julio Baptista, cuyas promesas pucelanas quedaron rotas, como en Arrasate (aunque ya nos disculparás, Jagoba, que nos tapemos los oídos ante tus lisonjas, ominosas como fueron en otro tiempo ya olvidado), que vio cómo nuestro equipo suplente casi salta dos escalones de golpe en la Copa del Rey (casi). A nosotros no nos queda otra cosa que pedir a nosotros que, ojalá, ese último partido de 2021 no vaya a estropear este bienestar tan placentero y que no sea el último que se pueda ver en los estadio en un tiempo. Ya Miguel se ocupa de enumerar todas las cosas que podrían salir mal, mientras Artabrias espabila a los chicos del Juvenil con el recuerdo de los fantasmas del antiguo Dinamo. Nos quedará un episodio por grabar antes de la Navidad. A ver si no se nos apaga la buena estrella mientras tanto. Antes de enfrentar a la Cultural, un podcast cultureta.

¡Cuánto sufrimos, Martín! Podcast come el turrón (aunque hoy en día se le llama turrón a cualquier cosa, por ejemplo a una milhoja compactada en pasta de azúcar). Si tardamos un poco más en grabar nos encontráis ya cantando villancicos, pero venid, venid, que aún estamos a tiempo de montar el árbol de Navidad todos y todas juntas. Poned por allí una guirnalda que dice victoria en Majadahonda; colocad estas lucecitas que brillan con el fulgor algo apagado de unos empates en Riazor y Ferrol; colgad esta figurita del Niño Yeremay de Murcia en esa rama; suspended estas bolas (hinchadas) de pantomima ultra por donde podáis; y, cuando lo tengáis todo, ayudadnos a subir para poner en la punta más alta esta estrella con la leyenda “Líderes”. Pues ya está el árbol listo, mirad qué sencillo. ¿El belén? El belén ya se montó en los días previos a la rivalidad más ridícula de la historia con más borregos que pastorcillos de uno y otro lado de la ría. El buey y la mula serían Benjamín y Manuel, viendo la vida pasar mientras rumian y piensan pensamientos que son los de dos mamíferos (mamadores) contemplativos, acomodados a la vida tranquila y a los que tanto golpe en el pechito alrededor del fútbol, así como de depredador alfa, a menudo les provoca mala digestión. Qué se le va a hacer. En fin, adeste fideles y todo eso.

El que espera, desespera. Excepto si se trata de ElMejorClubDelMundo (marca registrada), refugio habitual de toda suerte de prodigios. El Deportivo esperó, y esperó, y esperó, y celebró. Habría que considerar si acaso el cuadro de Borja Jiménez es el mejor equipo de fútbol de la historia, capaz de ganar cuando juega (en Logroño) y cuando no juega (frente al Extremadura en Riazor), de sumar con un balón en juego o sin él. Hazañas de ese calibre no abundan. Como es habitual cuando ocurren fenómenos así de extraordinarios, adelantados a su tiempo, siempre brota una caterva de ignorantes reticentes a aceptar la nueva realidad. Una sinfonía de rebuznos puso música a la semana: “Todo orquestado siempre para beneficiar al Coruña”, se bramaba apretando el puño muy fuerte. Ese Coruña, claro, que ha desarrollado una extraña intolerancia a los favores porque, a la vista de los resultados, no es capaz de metabolizar tanto obsequio ajeno y por eso no ha hecho más que comer mierda hasta caer a las divisiones donde se puede tener una visión mariana (no celestial, sino de las de la fosa). Normal que tanta tontería haya disparado la “noscoméisloshuevos-señal” y Benjamín y Manuel se hayan deslizado por una barra para bajar a los estudios Epi y Blas del mismo modo que los Batman y Robin camp bajaban a la Batcueva, santos morcegos! Por el camino agarraron del brazo a Miguel y a Artabrias, y todos ellos se esmeran en volver a contar qué se siente formando parte de esta secta ascética llamada deportivismo y que encuentra el mismo gozo en golear con Miku y maniatar al rival en campo ajeno, que en esperar a un Extremadura que nunca llega, como Godot. ¡Cuánto sufrimos, Martín! Podcast, teatro del absurdo.

A veces viene bien que te pongan en tu sitio. Así que, sea lo que sea que el futuro le depare a Borja Jarfaiter Techno Bakala Jiménez en el Deportivo, al menos habrá hollado nuestra historia poniéndonos en nuestro sitio. Primero, cuando dijo eso de que “el club es mucho más grande que la categoría en la que está, pero tenemos que entender que los que estamos ahora en el club tenemos el nivel de la categoría”, una obra maestra de la sensatez que, lejos de resultar una amonestación, se recibe como una caricia de consuelo, un bálsamo de dulce normalidad en un club y un entorno que llevan (llevamos) años viviendo en la sobreexcitación. Y después, cuando terminó la jornada dejando a ElMejorClubDelMundo (marca registrada) en el puesto más alto de la clasificación, porque eso también es ponernos en nuestro sitio (o al menos se trata del sitio que anhelamos). Que, por supuesto, porque esto es (one more time with feeling) ElMejorClubDelMundo, es un primer puesto compartido con otros tres equipos. Se ve que nuestro sino es propiciar siempre lo atípico. Tampoco está la cosa para quejarse, porque como santos patronos de la excepcionalidad, también abrigamos remontadas europeas épicas pero en versión teen, igual que si al Milanazo aquel lo hubiesen invitado a la reunión de antiguos alumnos del instituto; o, cosas veredes, asistimos al milagro binario de la conversión de los ceros en unos cuando resulta que el William de Bitter que nos privó, también fue el William de Bitter que nos colmó, pasando de demonio a ángel en menos de una semana y dejando en la estela de su sonrisa de niño viciado a la Super Nintendo una multitud de conversos. Nunca dejan de pasar cosas en el Deportivo, y por eso Benjamín y Manuel también se ponen en su sitio, delante del Yeti, para restituir la periódica aperiodicidad de ¡Cuánto sufrimos, Martín! Podcast.

30 de septiembre de 2021. Última fecha de publicación conocida de ¡Cuánto sufrimos, Martín! Podcast. A cada episodio publicado, sucede una victoria inapelable en Riazor. Sin embargo, el Deportivo tiene que volver a jugar y no hay nuevo programa. 1 de octubre. El Deportivo empata lastimosamente frente a la SD Logroñés en un cabezazo postrero del doble de las escenas de acción de Melendi. 9 de octubre. El Deportivo finaliza el mejor partido del siglo en Irún. Lo concluye con derrota por dos errores garrafales cometidos en medio de 90 minutos de exuberancia ofensiva. 15 de octubre. El deportivismo, encomendándose a la cábala, exige la cabeza de dos podcasters que, cual chamanes, parecen decidir el destino de su club en función de si graban o no. 16 de octubre. No hay podcast. Aun así, el Deportivo vence en Riazor al Sanse. 20 de octubre. Todavía no hay podcast. El Deportivo juvenil completa una gesta para la historia y remonta tres goles ante más de 8.000 espectadores, de nuevo en Riazor. 21 de octubre. La teoría del gafe queda abolida. Hoy sí se publica un nuevo episodio de ¡Cuánto sufrimos, Martín! Podcast. Y todos contentos. O no.

Imaginad a Camilo Sesto en pleno éxtasis como JC Superstar cantando “Getsemaní” y tendréis una imagen aproximada de cómo nos encontramos Benjamín y Manuel, un poquito sobrepasados por las circunstancias, exigiéndole una explicación a quien pudiera corresponder sobre por qué demonios hemos de asumir nosotros una responsabilidad que jamás reclamamos y que claramente exceden cuanto estos dos humildes podcasters estaban dispuestos a entregar por el club de sus desvelos cuando emprendieron esta modesta aventura, hoy devenida dardo que señala de forma irremediable el destino del Real Club Deportivo de A Coruña que, desde luego por cosas como esta, sigue siendo El Mejor Club del Mundo. Apartad de nosotros este cáliz, o al menos este micrófono, que no están nuestras espaldas, más próximas a padecer una lumbalgia que a asumir el trabajo de Atlas, para sostener el futuro de esta institución deportiva. ¿Nos puede contar alguien, por favor, en qué momento se ha dado la vuelta a la tortilla y ha pasado el Dépor a ser un reflejo de este programa precario y no al revés, pervirtiendo así el orden natural de las cosas? Cazadores cazados; un poco Lola de Los Suaves, con el destino burlándose de nosotros; narcisos ahogados en su vanidad; pantomima que rebota y nos explota en la cara. En esas estamos, con el ¡Cuánto sufrimos, Martín! Podcast, convertido en la tarea más importante de nuestras vidas. A ver cómo le explicamos a nuestras familias y compañeros de trabajo que tenemos una responsabilidad de la que depende la salud mental de miles y miles de personas. Porque (¡tozuda realidad, nosotros te maldecimos!) ahora resulta que si grabamos, el Deportivo gana su partido. Y, si no grabamos, lo pierde. Estáche bo o conto. Así que aun a riesgo de perder el sustento y el cariño de los nuestros, nos hemos reunido de emergencia para, juntando un poquito de crónica, otro poquito de cierre de La Maleta, un muchito de jijijajá a costa de los tornos de Balaídos, y la inestimable colaboración de Miguel y Artabrias, entregar in extremis un episodio que nos permita garantizar la victoria ante un equipo de Logroño (¿cuál? No lo tenemos muy claro. Hay varios). Y nos desgañitamos como se desgañitaba Camilo al inquirir: “¿Y qué más puede un hombre hacer?”. Por el Deportivo, ya os lo decimos: poco más.

El aturdimiento sensorial era comprensible. Con Marina Abramovic muriéndose de la envidia ante la performance audiviosual perpetrada por la plataforma que merece el cielo por retransmitir los partidos del Parquesol Patatas Meléndez y del Deportivo, pero también el infiermo por torturanos el oído con tácticas entrenadas en Guantánamo, en medio de todo eso, decíamos, se descosió durante unos instantes el Deportivo de Fernando Vázquez (si hacemos caso a los grafismos del operador), Juerga de Élite se perdió en una presión desorganizada, Juan Roy Mackay tuvo que ganarse el salario y, en general, ese equipo inaccesible de las dos primeras jornadas fue sacudido por un Calahorra que alistó a un delantero con peinado mohicano y a un joven central con aspecto de señor de 40 años. Decíamos que con tantas cosas tan extrañas sucediendo a la vez, era normal despistarse. Así que cuando descubrimos a Noel abrazándose con la hinchada deportivista donde solo había una camiseta de rayas horizontales (no queremos faltar a la verdad en tema tan sensible), nos costó unos instantes enfocarnos en la realidad de la situación y cerciorarnos de que, mira tú por donde, este Deportivo de los panenkitas había ganado 0-3 a domicilio. Es normal que a Benjamín y a Manuel se les haga extraño todo esto, lo de grabar todas las semanas y, más aún, lo de ganar todas las semanas. Así que a modo de pellizco para comprobar que esa finta impercetible y todo lo demás de Noel, así como los méritos de sus compañeros, no fueron un sueño, entregan el desbarre de tres horas propio de unos señores que no es que estén locos de euforia, pero sí se manejan por la vida con la satisfacción de aquel al que le toca el reintegro de la Primitiva. Sobria ebrietas. Otra faena de manual con lo habitual, las visitas de Miguel y Artabrias, y la torta (no tan) gratuita a Nicolás Ladislao. Ganar como rutina, qué cosa tan burguesa.

Con su inimitable y poderosísimo énfasis en las rimas consonantes, cantaba King África aquello de “el camaleón, el camaleón, cambia de colores según la ocasión”. Benjamín y Manuel menean el bullarengue al ritmo vacilón de tremendo “jitazo” para saludar el inmaculado arranque de temporada del nuevo, flamante, panenkita, canteranizado, desglamurizado, tecnocratizado, y camaleónico Deportivo, que lo mismo regala una noche para el recuerdo en su estreno en Riazor, que asalta el campo del Tudelano en una exhibición de fútbol pestoso, del que no regala ocasiones al rival, del que pierde tiempo desde la primera mitad, del que consiste en hacerse el arrinconado mientras en realidad se le regalan bostezos al desesperado público local. Un Deportivo que hace homenaje, en fin, al segundo apellido de su nuevo delantero, A. Quiles aka El Mirmidón: pioso. ¿Estamos viviendo El Saltito sin ser conscientes de ello? Todo puede pasar en este club redimensionado (palabra de Rosende, amén) y que se está redescubriendo a sí mismo como, ahora sí, un club de Primera Comemierda No Pro de pleno derecho. Simultáneamente, ¡Cuánto sufrimos, Martín! Podcast también abre los ojos a los usos y costumbres (y dificultades) del peñismo (¿podría ser esta la primera peña despeñada del club?), apadrina tardoadolescentes, cierra El Feirón, desgrana perlas, hace crítica de moda, y cede el micrófono a Miguel y Artabrias. Un poco lo de siempre pero con la novedad (porque ahora esto es noticia) de la periodicidad semana. La misma tontería, la misma locura por el Deportivo de todo estos años. Porque a diferencia de ti, nena (esto es otro préstamo del más popular de los reyes africanos), nuestro corazón futbolero no cambia de colores como el camaleón.

Six seasons and a movie. Emma Lustres, anota. Siempre lo pronosticamos así. Arranca en este episodio la temporada que precederá al salto de ¡Cuánto sufrimos, Martín! Podcast al estrellato definitivo: cuando todo sea streaming, llegaremos nosotros a las carteleras (“Mira, neodeportivista, todo isto antes era celuloide e podcasting”). Por ahora, como en la venida al mundo de Abenámar (¿o era Alejandro Amenábar el moro de la morería?), grandes señales había cuando nació en fecha tan feliz la nueva campaña del Deportivo en una competición de estreno (Primera Comemierda No Pro), la flamante Peña ¡Cuánto sufrimos, Martín! que congrega a mamadores y lendoiristas (“Nacimos para unir al deportivismo”, decían los primeros textos o podcasts sagrados del evangelio sufridor), y la sexta temporada en la que Benjamín y Manuel descubren, no sin cierta sorpresa propia (y exasperación de sus más allegados), que aún les queda cuerda y ganas para seguir rajando sin criterio alguno acerca de las idas y venidas de El Mejor Club del Mundo, marca registrada. ¿Qué podéis esperar de esta nueva temporada, preguntáis? Pues veréis, nos hemos mimetizado de tal manera con el equipo que podríamos resumirlo con la frase que tantas crónicas ha encabezado en estos últimos años juntos: la misma mierda de siempre. ¿Ideas nuevas? Si van surgiendo. ¿Mejoras técnicas? Disculpas, se nos afloja el pis con la risa. ¿Un ascenso? Espera, espera. Si algo tiene que cambiar en este podcast, por favor, que sea eso. ¿Es acaso tanto pedir? Por si quisiéramos creer en los milagros, el primer paso ha sido tan ilusionante que asusta. Así pues, acompañadnos de nuevo. Asombraos con lo felices que somos en este momento capturado en el tiempo, en estos días en los que recreamos en bucle en gol de Noel en nuestro corazón. Escuchad este episodio exultante y recordadnos así, plenos, hermosos, ajenos a la hostia que nos vamos a comer en el campo del Tudelano en el próximo partido.