Si definimos el éxito como la realización de un fin o propósito, muchas veces vivimos con la frustración de no poder llegar a ese lugar donde nos hemos propuesto, a veces sin ni siquiera saber por qué. Pero muchas veces no es tanto un impedimento externo o circunstancial, tampoco es que el objetivo no sea valioso o deseable, al contrario. Quizá precisamente por eso, por el miedo a no alcanzar lo que se desea o a que el tiempo y la energía invertida no valgan la pena, es que nos detenemos en distintos puntos del camino.  La posibilidad del fracaso es inevitable cuando emprendemos nuevos caminos, pero probablemente se vuelve aterradora cuando lo que está en juego resulta muy valioso e importante. ¿Dirías que tu temor al fracaso es parte de lo que impide que tengas éxito?