La historia de Estados Unidos no podría entenderse sin DuPont. Tampoco podría entenderse el concepto del sueño americano. Porque la historia de la compañía, nacida hace más de 200 años, está intimamente ligada a los grandes eventos que han definido a la sociedad norteamericana.
Pierre Samuel du Pont de Nemours, un hugonote nacido en París en 1739, era un ambicioso economista, editor y político, cercano a la corte de Luis XVI, gracias a sus escritos y sus ideas sobre libre comercio. El rey le dio diferentes cargos, y contó con él para negociar el Tratado de París, por el que Inglaterra reconoció la independencia de Estados Unidos. En un primer momento, apoyó la revolución francesa, pero acabó defendiendo físicamente a Luis XVI y a Maria Antonieta durante el asalto a Tullerías. Fue condenado a la guillotina, pero se libró por la caída de Roberpierre. Emigró a Estados Unidos en 1799.
Allí pudo aprovechar los contactos que había hecho durante la negociación del Tratado de París, sobre todo con Thomas Jefferson. Pero el protagonista de la compañía que lleva su apellido no es él, sino su hijo, Éleuthère Irénée, que fundó E.I. du Pont de Nemours & Company en 1802. Se lanzó cuando, estando de caza, se dio cuenta de que el mercado de la polvora, cara y de mala calidad, ofrecía gran potencial.
Con capital francés y maquinaria importada de Europa, creó la primera fábrica, que producía polvora de tal calidad que logró grandes ventas desde el primer momento. Además, aprovechando la cercanía familiar con el Gobierno, comienza a venderle pólvora al ejército. Con el estallido de la guerra de 1812, las ventas se multiplican. A mediados del siglo XIX ya era la mayor proveedora de pólvora del país, gracias, en parte, a la fiebre del oro, las guerras contra los indios en la expansión hacia el Oeste, y los conflictos en los que se implica Estados Unidos. En la Guerra Civil, DuPont ya suministraba la mitad de la pólvora del ejército de la Unión.
Pero el gran salto se produce con el cambio de siglo. A comienzos del XX dejan de centrarse solo en las actividades bélicas (aunque un acuerdo para fabricar y distribuir dinamita dispara sus ventas), y se expanden a nuevos sectores, creando dos laboratorios pioneros en investigación, que desarrollan nuevos productos como la celulosa o la laca. También comenzó a fabricar plásticos de nitrocelulosa, y se hizo con varias empresas para agregar nuevas líneas de productos como colorantes, pinturas, ácidos o químicos pesados.
En los años 20 empiezan a apostar por el desarrollo de polímeros, un esfuerzo del que surgen algunos de los productos y patentes más importantes de su historia, como el nylon, el neopreno, el plexiglas o el teflón.
También se introduce en la industria automovilística, al hacerse con un importante paquete de acciones de General Motors. Pierre du Pont llegó a presidir la compañía, hasta llevarla al liderazgo mundial. Tuvo que vender su participación por las leyes antimonopolio.
Pero lo más relevante de la relación entre DuPont y General Motors tiene que ver con la contabilidad. Uno de los comerciales emitió un informe interno en el que proponía una fórmula sobre el retorno de la inversión, que aún hoy se conoce como Fórmula DuPont, y que con el tiempo se ha convertido en el famoso ROE, o retorno sobre el capital. Esta fórmula supuso un paso de gigante en la evolución de las empresas, que solo medían ventas y costes, sentando las bases de la gestión moderna.
A pesar de la diversificación, los esfuerzos bélicos seguían siendo clave para la compañía. No obstante, las guerras era un campo de pruebas para sus nuevos productos. Eran proveedores para EEUU de productos para ruedas, paracaídas... y, por supuesto, de pólvora. Además, durante aquella época, participan en el Proyecto Manhattan para el desarrollo de la bomba atómica, con la construcción de instalaciones.
El siguiente gran paso de la...