Hacía muchos años que la música argentina no vivía un
momento tan interesante como el de los últimos dos o tres años. Referentes en
la música urbana; poseedores de algunas de las divas pop de referencia en el
circuito mainstream; viviendo una revolución federal en la que cada vez surgen
más proyectos fuera del ‘buenosairescentrismo’; y, aún por encima, exportadores
de proyectos de un ecosistema alternativo con una vocación de
internacionalización que no se recuerda desde hace mucho tiempo.
En esta última parcela, posiblemente en el pódium, está Bandalos
Chinos. Un grupo independiente, heredero de la querencia del pop argentino de los
años ’80 (el de Virus, GIT, Miguel Mateos – Zas…) y con una categoría arrolladora
para firmar canciones redondas y, a la vez, fronterizas en su espacio de
acción: atemporales, hedonistas pero profundas, capaces de certificar que el
debate entre ‘lo indie’ y ‘lo mainstream’ es ridículo a estas alturas.
Tras un debut de hace ocho años y dos EPs intermedios
marcados por un sonido de corte más indie anglosajón, fue hace dos años, en “BACH”,
producido por Adán Jodorowsky, con el que consiguieron trascender: dos
nominaciones a los Latin Grammy, un Premio Gardel a Mejor álbum de pop y una
legión de fans no solo en su país, sino también en países como México, donde su
expansión es incontestable.
Pandemia mediante, en “Paranoia Pop” repiten con
Jodorowsky como productor pero, si acaso, consiguen horizontalizar una
propuesta cuya pretensión central parece ser en ocupar los diferentes frentes
de la canción pop. Parece que nada cambia, pero hay muchas cosas que se mueven
de sitio, que se recolocan, que suman elementos para conseguir ser una
banda de pop en la acepción más transversal. E incluso cuando cantan “cuando
haya pasado la locura estaré aquí”, parecen leer a la perfección el momento en
el que vivimos y lo necesarias que son sus (nuevas) canciones.
No hay búsquedas kamikazes, pero sí acercamientos al easy
listening (“A la cabeza”) o al rock and roll
vintage de baile de fin de curso norteamericano (“Chu-chu” y “El Ídolo”);
hay marcos de referencia compartidos entre el future funk de Prince y
la “Peluca telefónica” de Charly García, Pedro Aznar y Luis Alberto Spinetta (“Paranoia
Pop”, con LOUTA de aliado), hacia una mirada a una elegancia pop cercana al
registro de, a la vez, Parcels y Los Abuelos de la Nada (“Sin señal” y “Mi
manera de ser”), medios tiempos romanticones (“La Herida”) y hasta permisos a
un sonido más crudo, acústico y de fogón (“AYNMG” y “Los Puntos”). No hay
por qué perseguirse: que las paranoias solamente sean pop.
Alan Queipo