Share Planeta vivo
Share to email
Share to Facebook
Share to X
By Radio 5
4
11 ratings
The podcast currently has 332 episodes available.
El cambio climático está acelerando el deshielo en Groenlandia de forma alarmante, con graves implicaciones no solo para el Ártico, sino también para el clima global. Y es que el Ártico se está calentando a un ritmo cuatro veces superior a la media mundial debido al aumento de gases de efecto invernadero.
Según un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Barcelona, los episodios de fusión extrema, en los que grandes áreas de nieve y de hielo se funden rápidamente, han sido aproximadamente el doble de frecuentes durante las últimas décadas en comparación con el período 1950-1990.
Durante el período entre 1980 y 2010 se perdió el equivalente al hielo de aproximadamente 48 millones de piscinas olímpicas por año. Y durante el verano de 2012 se fundieron el equivalente a 244 millones de piscinas olímpicas y en 2019, a 224.
Unos cambios en los patrones de temperatura y de precipitación que, según destacan los expertos, podrían impactar en las actividades socioeconómicas, los ecosistemas y pueden contribuir a aumentar los extremos climáticos en regiones cercanas del Atlántico Norte. Por lo que alertan de la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
La agricultura sufre un desperdicio colosal de nitrógeno que provoca estragos en la naturaleza. Es la conclusión a la que ha llegado la investigadora del CREAF, Estela Romero, que sostiene que el uso masivo de nitrógeno en fertilizantes agrícolas nos ha llevado a un aumento en el rendimiento agrícola, pero también a un desperdicio de casi el 80% de este elemento químico. Lo que comporta un exceso de nutrientes en el agua con la consiguiente pérdida de oxígeno que supone una amenaza para los organismos acuáticos y la calidad del agua - o el mismo exceso de nutrientes en la tierra - que provoca la acidificación del suelo y la contaminación atmosférica, con la emisión de gases de efecto invernadero y la agudización del calentamiento global.
Implementar más agroecología, reconectar agricultura y ganadería, incentivar los sistemas circulares para recuperar el nitrógeno de las aguas residuales o cambiar nuestros hábitos alimentarios son acciones clave para hacer compatible la alimentación y el bienestar humano ligado a unos ecosistemas sanos. Sin embargo, muchos productores son reticentes a hacer estos cambios, por eso la ciencia propone medidas coordinadas que los ayuden a hacer la transición y acompañen políticas cada vez más estrictas.
Mientras Elon Musk anunciaba hace unos meses el primer implante de un chip cerebral en un ser humano, la Universidad de Nuevo México confirma que hasta un 0,5 por ciento del peso de nuestro tejido cerebral son micro y nanoplásticos. Eso significaría que nuestros cerebros actuales son 99,5% cerebro y el resto, plástico. Y cada vez tenemos más. Tras analizar los cerebros de casi un centenar de personas fallecidas entre 2016 y 2024, el estudio detectó que las que murieron en 2024 tenían un 50% más de microplásticos en su tejido cerebral: es decir, la contaminación interna aumenta cada año.
Ya no queda pues ningún lugar ajeno a la contaminación plástica, que se ha detectado en todo el planeta y en todos los órganos de nuestro cuerpo, como pulmones y hasta en la placenta. La investigación relaciona la tendencia creciente en las concentraciones de micro y nanoplásticos en el cerebro y su presencia en el medio ambiente, con las tasas globales crecientes de enfermedad de Alzheimer y demencia, dado el papel potencial de los nanoplásticos aniónicos en la agregación de proteínas.
Y todo lo anterior es aplicable a los ecosistemas, en los que la contaminación por plástico causa un grave daño, ya que se introducen en vegetales y animales, con un efecto devastador en la fauna silvestre. Ya no nos queda ningún lugar intacto, desde las profundidades del mar hasta la atmósfera y el cerebro humano.
Hace unos siete mil años, los primeros agricultores del Mediterráneo occidental seleccionaban las tierras más fértiles disponibles, cultivaban variedades de cereales muy parecidas a las actuales y usaban de forma moderada heces de animales domésticos como se hace hoy en día. Estos son algunos de los elementos que caracterizan la expansión de la agricultura durante el Neolítico en Europa occidental, según una investigación del catedrático de biología de la UB, Josep Lluís Araus, que tiene como referente el yacimiento de la Draga. Situado en la orilla oriental del lago de Banyoles, es uno de los asentamientos de agricultores y ganaderos más antiguos del noreste de la península Ibérica y un testimonio extraordinario de las primeras sociedades agricultoras y ganaderas peninsulares. El estudio científico revela que cuando la agricultura apareció en la península Ibérica ya controlaba el cultivo de cereales, lo que sugiere una evolución, a lo largo de su migración por Europa, de los métodos originarios de la cuna de la revolución neolítica en Oriente Medio. En la Draga se cultivaron principalmente especies como el trigo duro, la adormidera y la cebada. En la Draga, las buenas condiciones ambientales favorecieron la práctica de la agricultura cuando esta población neolítica se asentó en la orilla del lago de Banyoles. El estudio isotópico de la madera carbonizada y las semillas de cereales confirma que la disponibilidad de agua en el entorno era mejor que hoy en día y que el robledal y los bosques de ribera donde abundaban los laureles habrían dominado el entorno.
Hace tan solo una semana, el 7 de agosto, en las cercanías del Cabo Norte, en Noruega, el punto más al norte de Europa, se alcanzaron los 27 grados de temperatura. Una muestra más de cómo los efectos del cambio climático resultan cada vez más evidente e intensos, y sus efectos ambientales y sociales ya están siendo muy graves. En el mundo, cerca de 500 millones de niños y niñas viven en zonas donde soportan al menos el doble de días de calor extremo que el experimentado por sus abuelos y en nuestro país la frecuencia de olas de calor se ha triplicado desde la década de los años 60. Son los datos que arroja el nuevo estudio de Unicef que lanza una dura advertencia sobre la velocidad y la escala a la que están aumentando los días extremadamente calurosos para estos niños y niñas, muchos sin la infraestructura o los servicios necesarios para soportarlo. Los de África Occidental y Central son los más expuestos a días extremadamente calurosos y quienes experimentan los aumentos más significativos a lo largo del tiempo con una media de al menos 95 días con temperaturas superiores a 35 grados. El estrés térmico en el organismo conlleva amenazas para su salud. El impacto se multiplica por la forma en que afectan a la seguridad y la contaminación de los alimentos y el agua, dañan las infraestructuras, interrumpen los servicios, incluida la educación, y provocan desplazamientos. Los niños son mucho más vulnerables al calor extremo. Sus cuerpos se calientan más deprisa y se enfrían más lentamente. Por ello, Unicef emplaza a los gobiernos a actuar para controlar el aumento de las temperaturas, ahora que los gobiernos están elaborando sus planes nacionales de acción por el clima para el Acuerdo de París y que deben marcar el rumbo de la acción climática durante la próxima década. Pueden hacerlo, insiste Unicef, con la ambición y el conocimiento que los niños de hoy y las generaciones futuras tendrán que vivir en el mundo que dejen atrás.
Un estudio liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha revelado la presencia generalizada de pesticidas en los Parques Nacionales de Doñana y Tablas de Daimiel. Son pesticidas, algunos prohibidos desde 2009, que conllevan un impacto ambiental y un riesgo alto para la biodiversidad, especialmente en los ecosistemas acuáticos. Es el estudio más completo realizado hasta la fecha sobre pesticidas en Áreas Protegidas de España. El equipo de investigación destaca que a pesar de que la normativa de los Parques Nacionales es la de mayor protección legal, los pesticidas provenientes de las actividades agrícolas cercanas están afectando a los seres vivos que en ellos habitan. De hecho, un estudio previo del CSIC, del que ya os contamos, indicaba que la acumulación de pesticidas en algunas especies de aves de Doñana reducía su capacidad reproductiva.
Hace 26 años de la catástrofe medioambiental de Aznalcóllar, la rotura de la balsa de residuos de la mina que dejó al estuario del Guadalquivir con elevadas concentraciones de metales y metaloides. Lo que tuvo importantes implicaciones para el sector pesquero y agrícola, que junto a científicos y organizaciones ecologistas, se oponen ahora a la reanudación de la actividad minera en la zona. Un nuevo estudio liderado por el Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) ha alertado de los efectos de la actividad minera en el cinturón pirítico ibérico, denominación con la que se conoce a una vasta concentración de sulfuros masivos que se extiende a lo largo de gran parte del sur de la península ibérica. Hace 350 millones de años la actividad volcánica que tuvo lugar en esta región dio lugar a ocho depósitos gigantes de sulfuros masivos polimetálicos. El estudio del ICM-CSIC analiza los metales pesados en sedimentos acumulados en el noroeste del mar de Alborán durante los últimos dos siglos. Así, advierte que los niveles de zinc, cobre y plomo aumentaron significativamente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, coincidiendo con el incremento de las concesiones mineras en el cinturón de pirita del suroeste de la Península Ibérica.
Ante nuestro asombro, siempre se ha dicho que hay mariposas que atraviesan el Océano Atlántico volando. Increíble pero cierto. Porque ahora un equipo internacional de investigadores, liderado por el CSIC, ha documentado un vuelo transoceánico de más de 4200 km realizado por mariposas carderas, estableciendo un récord para un insecto.
En este estudio internacional han participado investigadores del Instituto Botánico de Barcelona, centro mixto del CSIC y del Consorci Museu Ciències Naturals de Barcelona.
Bruselas se ha pronunciado por primera vez sobre el polémico proyecto de Altri de construir una macrocelulosa en Palas de Rei, en Lugo, un proyecto que ha desatado una guerra en pleno corazón de Galicia. La macrofábrica portuguesa cuenta con el apoyo de la Xunta de Galicia y la oposición frontal de al menos 20 mil vecinos y las organizaciones mediambientales.
Bruselas afirma seguir de cerca el plan de Altri y muestra su preocupación por el embalse que abastecerá la planta por tener un potencial ecológico inferior a bueno. Para su puesta en marcha, Altri reclama hasta 250 millones de euros de dinero público de los fondos europeos Next Generation.
Greenpeace asegura que la fábrica amenaza directamente la exigua Red Natura 2000 gallega. Además del consumo y contaminación del agua, la organización ecologista sostiene que emitirá gases tóxicos, pondrá en peligro los sectores primarios y requerirá que se plante mucho más eucalipto en el norte, empobreciendo la biodiversidad.
Ya hay presentadas más de 23.000 alegaciones en contra de la iniciativa, y más de 20.000 personas acudieron a la primera manifestación de protesta en Palas de Rei (Lugo) en mayo y el 12 de junio, casi 300 embarcaciones se congregaron en la ría de Arousa para expresar su rechazo.
El río Ulla es uno de los espacios naturales que se verían afectados por esta gran fábrica, que pretende usar hasta 46 millones de litros de agua diarios del río Ulla y verter hasta 30 millones de litros de aguas residuales contaminadas cada día a 27 grados de temperatura. Además del gravísimo daño ambiental, perjudicaría el marisqueo, uno de los motores económicos de la zona.
La fábrica de Altri contará con una chimenea de 75 metros de altura que "emitirá sustancias precursoras de la lluvia ácida" según Greenpeace que se erigiría a kilómetro y medio del Camino de Santiago, zona declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Empieza la temporada de la saca de corcho en los 7 países del mundo en los que se extrae este producto natural y sostenible, uno de ellos el nuestro en comunidades como Andalucía, Extremadura y Cataluña. En ésta última, en Palafrugell, tras la buena acogida que tuvo la exposición “Sentir el alcornocal” de la fotógrafa estadounidense Michele Curel, el Museo del Corcho de Cataluña vuelve a exponer su trabajo, con una muestra inédita comisariada por la historiadora de la fotografía, Laura Terré. Acoge más de una setentena de imágenes sobre la saca del corcho en las comarcas del Noreste de Cataluña y el Rosellón francés.
La exposición, abierta hasta finales de julio, invita a explorar y adentrarse en el papel de los sacadores de corcho y es un reconocimiento a estos hombres invisibles y a su importante labor por el equilibrio ecológico del bosque. Curel nos muestra la dureza de la jornada, el carácter todavía artesanal de los procesos, la sencillez de las herramientas, la nobleza de los rostros y la fuerza de los cuerpos, con la idea de promover un cambio de paradigma en la explotación de la naturaleza en el futuro como escenario para la reconstrucción de los espacios naturales de estas comarcas, que ven peligrar el eventual equilibrio en las relaciones entre el hombre y el paisaje, alteradas por el abandono de las actividades tradicionales y los impactos industrial y de la explotación turística.
La fotógrafa neoyorquina ofrece visitas guiadas gratuitas el 15 de junio y 20 de julio con algunos de los sacadores de corcho que protagonizan sus fotografías.
The podcast currently has 332 episodes available.
162 Listeners