Palabra de Dios:“Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.” Juan 10:18
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Filipenses 2:5-11
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” Isaías 9:6-7
Perlas: Y se llamará Su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte… Hablemos hoy de la fuerza y del poder de Jesús. Siendo en forma de Dios no consideró el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que dejó Su trono, tomó la forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo. Jesús es el Rey de reyes. Los reyes no se inclinan ante nadie, al contrario, la gente debe inclinarse ante ellos. Sin embargo, Jesús, se humilló a sí mismo por amor a ti y a mí, con el propósito de salvarnos y adoptarnos. Humildad no quiere decir debilidad. Jesús es el ejemplo máximo e insuperable de humildad, pero también de fuerza y poder.
Jesús es poderoso para sanar a los incurables, poderoso para perdonar lo imperdonable, poderoso para transformar un vil pecador en un santo hombre de Dios, poderoso para salvar a los perdidos, poderoso para resucitar muertos, poderoso para dar vida y vida en abundancia, poderoso para calmar las tormentas, poderoso para liberar a los cautivos, poderoso para dividir el mar en dos, poderoso para abrir fuentes de aguas en los desiertos de la vida, poderoso para sostener Su Creación, poderoso para contener Su poder y no bajarse de la cruz, poderoso, tan poderoso que solo al mencionar Su nombre las tinieblas tiemblan y huyen.
Dios Padre le dio un nombre que es sobre todo nombre, y ante Jesús, toda rodilla se doblará. Dice la Palabra que lo dilatado de Su imperio/gobierno/reinado NO tiene límites; por tanto Su fuerza y Su poder están por encima de todo y de todos. También dice que la paz no tendrá límite… Una maravillosa relación entre el gobierno de Jesús y la paz. Podemos decir que entre más se establezca el reino o el gobierno de Jesús en nuestra vida, más paz tendremos.
Cuando Jesús fue golpeado, molido, destruido, burlado y crucificado, Él lo permitió. Jesús no fue una víctima ni de los religiosos ni del imperio romano. Nadie tuvo el poder para quitarle la vida, Él puso Su vida para que nosotros tuviéramos vida. Aparentemente, los que lo odiaban lograron destruirlo, pero lo que no sabían era que estaban siendo instrumentos para el cumplimiento de la profecía en la que el Mesías tenía que morir en una cruz, pagar el precio por nuestra salvación, resucitar al tercer día y sentarse a la diestra del Padre… Del Padre venía y al Padre volvía… Nadie realmente pudo ni podrá vencerlo. Ni la muerte pudo detenerlo. Poderoso para poner Su vida y poderoso para tomarla de vuelta. Él es Dios Fuerte, Todopoderoso e Invencible.
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Podcast original de canaanusa.org & Liliana García