¿Cómo crece uno en Bogotá odiando el colegio, cuestionando a los políticos y encontrando libertad en un pogo? Mateo Velásquez es muchas cosas al mismo tiempo: creador, outsider, gomelo con calle, y una voz que incomoda porque dice lo que muchos piensan y pocos se atreven a soltar frente a un micrófono.
Mateo, desde su paso por un colegio donde se sentía fuera de lugar, fue entendiendo que el mundo no es blanco o negro, sino una mezcla rara de contradicciones. Nos habló de su relación con las drogas —la suya y la de quienes lo rodeaban—, de cómo la marihuana le sirve para conectar, de amigos que terminaron en la calle o luchando con la depresión, y de ese choque constante entre lo que uno quiere ser y lo que la ciudad te obliga a ser. También de su papá, del “cartucho”, de ser gomelo y calle al mismo tiempo, y de cómo crear contenido se convirtió en su forma de resistir y contar su historia.
Nos reímos, nos sorprendimos, y también nos preguntamos: ¿es posible vivir con filosofía propia cuando todo el mundo te quiere meter en una caja? Hablamos de influencers, política, lenguaje inclusivo, restaurantes propios, pogueo, “la casa de los famosos” y sí… también de Peñalosa, TransMilenio y ese “AGHH” que nos representa más de lo que creemos.