Solemos creer que nuestra forma de pensar es propia y personal y que nuestro comportamiento se desprende de nuestra educación y de nuestras experiencias. Sin embargo, en realidad, nuestra forma de comprender el mundo nos viene introyectada, en forma de programas que condicionan nuestras relaciones. Estos programas no se desarrollan únicamente en nuestra infancia, sino que también surgen de las experiencias de nuestros ancestros y se transmiten de generación en generación

Refiriéndose a esta transmisión inconsciente, Sigmund Freud, escribió: “No es lícito entonces suponer que ninguna generación es capaz de ocultar a la que sigue sus procesos anímicos de mayor sustantividad”. En un mismo sentido, la ciencia, a través de la epigenética, ha demostrado que las experiencias de nuestros ancestros pueden modificar la expresión de los genes y expresarse en nuestro comportamiento.

A través de ejemplos, Enric Corbera nos muestra de qué forma se manifiestan estos programas heredados y hasta que punto condicionan la forma de pensar y actuar en nuestra vida. Aprender a identificar estas lealtades inconscientes hacia nuestro entorno familiar nos permite gestionar nuestras herencias emocionales.

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