Qué maravilla es poder pensar la figura del pastor y asociarla a la relación que Dios tiene con nosotros.

Un pastor es la persona que se dedica a la cría, guía y

uidado del ganado al aire libre.

Habitualmente, para el ejercicio de su trabajo (labor que se denomina "pastoreo"), el pastor se ayuda de perros pastores, adiestrados para conducir el ganado bajo la

dirección de su amo.

En la cultura occidental, desde la antigüedad el pastor ha sido considerado una figura de humildad y sencillez, pero también de protección y guía.

El pastor jamás saca el ojo de sus ovejas, se ocupa y preocupa de manera permanente por ellas. Así Dios es con nosotros, su foco está puesto en cada uno de nosotros. ¡¡Qué privilegio tenerlo como nuestro Pastor!!

Nuestra vida está construida sobre una agenda de prioridades que dan por resultado lo que somos y obtenemos. Somos y tenemos lo que hemos construido a partir de aquellas cosas que pusimos en prioridad y otras que dejamos en segundo o tercer lugar. Dado que somos seres integrales y no fragmentados, nuestra vida espiritual

es parte del todo de nuestra vida por lo que la misma estará en el lugar que la pongamos y dará el resultado acorde a ese lugar. Queremos que Dios nos escuche,

le pedimos, reclamamos, decimos que somos sus hijos, que lo amamos, etc, etc,

etc. Pero al momento de agendarlo lo ponemos en último lugar. Dios está presente

en un costado de la agenda y si tenemos tiempo lo incorporamos. Buscar el reino

primero dará como consecuencia una vida llena de abundancia, rica y próspera en

todos los sentidos. Pero cuando damos vuelta la fórmula del éxito se transforma en

la fórmula del fracaso.

El ser humano está preparado para tomar decisiones desde su nacimiento. Es una característica que Dios ha puesto por sobre el resto de la creación. El libre albedrío es una característica que Dios puso por el hombre al ser creado. Esa característica trae sus beneficios, nos da la libertad de poder tomar decisiones libremente por tal motivo Dios nos indica cómo tomar buenas decisiones y también nos muestra las consecuencias de tomar malas decisiones. Somos el resultado de nuestras decisiones por más que queramos desligar responsabilidades en otros. La bendición de ser libres en nuestras decisiones hace que seamos asertivos en tomarlas.

Una de las cosas más indiscutibles en el mundo es la aparición de Jesús como Salvador. La historia universal, la cantidad de creyentes en el mundo, la expansión del evangelio a través de la entrega de Jesús como Salvador y los judíos reconociendo y aceptando a Jesús como único Salvador, nos indica el impacto que causa Jesucristo en la vida de las personas.

Jesús fue más que un gran maestro, profeta o filósofo. Su vida impactó al mundo entero. Millones de personas aseguran que por causa de Jesús sus vidas fueron transformadas. Jesús traspasó generaciones de diferentes culturas, estatus social, razas y poderes. Por tal motivo desde el 30 de Agosto hemos estado viendo historias de Jesús cuando él estuvo acá en la tierra. Ese Jesús lo terminaremos de ver en este mes donde toda la humanidad, cristianos y no cristianos festejan su cumpleaños.

Jesús en su discurso del Monte describe, cómo se ven la vida y la comunidad cuando se encuentran bajo el régimen de la gracias de Dios.

Nuestro sistema de vida cuando tenés a Jesús en tu corazón cambia.

Las bienaventuranzas son los principios o valores del reino de Dios.

Cada bienaventuranza es un rasgo del carácter de Cristo y una huella de su obra en la vida de sus discípulos.

La palabra griega traducida como “benditos” (bienaventurados o dichosos) significa

“bienestar espiritual y prosperidad.

Jesús nos da las claves para obtener una vida de bienestar y prosperidad espiritual.

En esta segunda parte de las bienaventuranzas, veremos cómo podemos obtener el verdadero bienestar en la vida ejerciendo la compasión, manteniendo un corazón limpio, trabajando por la paz, siendo perseguidos y a través de esas persecuciones obtener victoria y, por último, cómo enfrentar la calumnia con dignidad y autoridad.

Jesús en su discurso del Monte describe, como se ven la vida y la comunidad cuando se encuentran bajo el régimen de la gracias de Dios.

¡Se ven “diferentes”! Jesús hizo hincapié en que sus verdaderos seguidores deberían ser completamente diferentes de los demás. Todo esto sin salir de la realidad sino estando bien basados sobre la realidad que nos rodea. Pero el sistema de vida cuando tenés a Jesús en tu corazón cambia.

Las bienaventuranzas son los principios o valores del reino de Dios. Cada bienaventuranza es un rasgo del carácter de Cristo y una huella de su obra en la vida de sus discípulos.

La cultura enfoca lo externo y las bienaventuranzas la vida interior.

La palabra griega traducida como “benditos” (bienaventurados o dichosos) significa

“bienestar espiritual y prosperidad. Las bienaventuranzas describen al discípulo ideal y sus recompensas, tanto presentes como futuras. La persona a quien Jesús describe en este pasaje, tiene una cualidad de carácter y estilo de vida diferente de aquellos que aún están “fuera del reino.” Jesús nos da las claves para obtener una vida de bienestar y prosperidad

espiritual.

En estos tiempos Jesús nos invita a caminar seguros sobre aguas turbulentas. A veces sentimos que nos tapan las olas de la vida. En esos momentos es donde esta Jesús para que puesta nuestra mirada en El caminemos o surfeemos las olas y salgamos más que victoriosos. Podemos mirar a Jesús o “mirar” el viento, el resultado no es el mismo. Veremos cómo encarar las tormentas de la vida para salir vencedores.

Jesús siempre pone en prioridad nuestras necesidades, cuando hay un alineamiento espiritual con Cristo, Él jamás nos abandona y nos deja insatisfechos. Jesús SIEMPRE cubre nuestras necesidades y satisface nuestros faltantes. Esto sucede cuando nosotros estamos en sintonía con Él y estamos donde debemos estar. Veamos algunos puntos que nos ayudarán a entender cómo Jesús sacia TODAS nuestras necesidades produciendo milagros en nuestra vida.

Jesús en varias oportunidades pareciera que hacía preguntas obvias. Le preguntaba a un paralítico si quería caminar, a un ciego si quería ver, y así en varias oportunidades les preguntaba a las personas qué querían que él haga con ellas. Hoy sigue Jesús haciéndonos preguntas que parecen obvias, pero no lo son. Lo que para nosotros es obvio, para Dios no lo es. Él nos mira a fondo.

Reflexionaremos juntos para aclarar algunas obviedades que nos ayudarán a descubrir qué queremos realmente de Jesús.