Montero explica que la lealtad es una virtud crucial, definida como la disposición a actuar de acuerdo con ideales como el bien y la justicia. La lealtad tiene el poder de fortalecer relaciones y comunidades, y para Dios, es fundamental. La lealtad se compara con un pacto basado en fe y amor que sostiene relaciones para el bien mutuo. Dios, siendo completamente fiel y leal, recompensa la lealtad y actúa a favor de aquellos que le son leales, como lo hizo con Noé, José, Elías y, finalmente, con Jesús.

El mensaje también subraya que, en nuestra relación con Dios a través de Jesucristo, somos llamados a ser leales, confiando en su carácter y guiados por el Espíritu Santo. Abraham es presentado como un modelo de lealtad, demostrando fe en las promesas de Dios incluso en pruebas extremas. La lealtad a Dios se fortalece al confiar en su carácter y en las enseñanzas de las Escrituras.