No es lo más habitual, pero no hay mayor ejercicio de
honestidad para un artista que decir algo cuando realmente hay que decirlo. Eso
es algo que Divididos, una de las bandas de rock argentino más importante de
los últimos treinta años, asimiló hace ya muchos años. No solo consolidándose
como el grupo con el directo más indiscutible y arrollador del circuito desde
hace décadas, sino también asimilando su repertorio.
Hace ya veinte años que, tras publicar su séptimo disco
de estudio (“Vengo del placard de otro”, de 2002), dio la sensación de que asimilaron
la potencia de su repertorio, y rompieron con la dictadura crónica que ellos
también de llevaban de publicar un álbum con canciones nuevas cada dos años. No
es que esté mal hacerlo, pero Divididos, con uno de los repertorios más sólidos
de cualquier artista argentino nunca, decidieron aplicar su creatividad hacia uno
de los repertorios en donde más a gusto están: el directo.
Desde 2002 sólo publicaron un álbum con canciones nuevas
(“Amapola del 66”, en 2010), pero, sin embargo, regrabaron las canciones de su
debut “40 Dibujos Ahí en el Piso” renombrándolo ”Haciendo cosas raras” y, sobre
todo, publicaron seis álbumes en directo (especialmente impresionantes “Vivo
Acá” y “Audio y Agua”) que se suman a “Viveza Criolla”, publicado en el año
2000.
Ahora, rompiendo con la preponderancia de sus directos
de músculo rockero y de una intensidad avasalladora que les colgó hace décadas
el rótulo de “la aplanadora del rock argentino”, Divididos se reunieron en su
local de ensayo con su amigo Gillespi (músico de vientos ligado a Divididos
desde la banda anterior en la que militaban, Sumo, pero, además, amigo personal
de la banda desde hace casi cuarenta años) con motivo de la grabación del
programa “La Hora Líquida” que presenta el saxofonista en la emisora Nacional
Rock; y aprovecharon y grabaron una jam session que se ha convertido, desde
ya, en uno de los directos más impredecibles y singulares de la banda.
Y es que precisamente ese aire de jazz-rock libre, de
sonoridad aérea, de trip envenando, de psicodelia de líneas absolutamente
abiertas, de suite en la que prácticamente todas las canciones son una sola;
nos lleva al costado de Divididos menos testosterónico y más líquido: ese que
recuerda a las canciones de Sumo menos definidas o a la influencia que artistas
como The Doors o Jimi Hendrix han tenido desde siempre en la banda.
Un directo con matices casi tribales (“Paraguay”), más
cerca de un reggae aéreo (“Gárgara larga”), del jazz-rock zappatista (“Los
hombres huecos”) o del funk a la contra (“Dame un limón”) que es casi una
performance de improvisación y entendimiento musical, en la que recuperan
repertorio de todas sus épocas e incluso de su etapa con Sumo. Una muestra
más (y van…) de que Divididos es el grupo más libre y menos ortodoxo del rock
argento.
Alan Queipo.