¡Vaya! ¡Vaya! ¿Cuánto moviliza la hipocresía y la doble moral?, ¿Cuánto disfruta el mundo ver a otros caer?, pero olvidan que ustedes un día también caerán, así que te pregunto por última vez Daniel, llegarás a juzgarlo o llegarás para ayudarlo en el sosiego, ¿Qué acaso tu no fuiste también perdonado y salvado? Asentí, y supe lo que tenía que hacer.  

Jamás amar más las reglas que a la gente, se debe tener esa camaradería de permanecer en las malas y en las buenas, de ayudar con los errores no solo por un día sino por una temporada entera.  

¿Cómo creemos que podemos arrepentirnos y ser limpios si sólo mostramos una parte de la que somos? Es necesario hablar de toda nuestra oscuridad y expiarla, enseñarla y no avergonzarnos de tenerla. Solo aceptándola podremos disminuirla, ya que todos estamos a un paso de caer en ese acantilado.   

El mandamiento es amar al prójimo como a ti mismo, y a lo mejor ese es el problema: No te amas a ti mismo y por ello no puedes amar a nadie. Cuando el argumento es el amor, jamás importará la razón. Cuando veamos alguien vacío, llenémoslos de amor, no de juicios.   

La gente olvidará la gloria de tu pasado para tirarte en cara la gloria de su presente. Cuando vemos a alguien caer, miserablemente no sentimos mejor que él y por ello nadie le había pedido que cambiara de camino, lo dejaron como al leproso, como a un Zebedeo perdido.  

Hermanos míos, vayamos por todos los que un día estuvieron en Cristo, y se han alejado por la razón que sea, vayamos por lo perdido. Nuestro llamado más alto es servir genuinamente a otros.  

Isaías 43:25  Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.

#danielhabif 

#Inquebrantables