Hemos podido ver a mucha gente que aparentemente no tenían ante los hombres oportunidad alguna de hacer grandes proezas en su vida, pero ¡qué maravilloso saber que Dios no hace acepción de personas! El no discrimina por edad, ni por sexo, ni por posición social, ni por capacidad intelectual o física. Ese es el caso de una joven
Judía, pobre y huérfana que Dios escogió para ser la reina de 127 provincias desde la India hasta Etiopía.
Esta joven no necesariamente era más bella que las otras jóvenes que fueron presentadas ante el Rey, sino que halló gracia ante sus ojos porque Dios la había escogido y ella fue obediente a la instrucción y al llamado de Dios para una gran misión. Aparentemente el pueblo de la reina Ester no tenía esperanzas de sobrevivir al terrible plan del perverso Amán, pero cuando Dios está en el asunto, mi hermano, mi hermana, El hace como le place y no permite que seamos derrotados por nada ni por nadie. Así de vencedores salieron en esta historia la reina Ester, su primo Mardoqueo y todo el pueblo judío. Ella, con la gracia de Dios al ser obediente pudo ser usada grandemente para la gran tarea de conservar la vida del pueblo judío.
Como Ester hay muchos otros ejemplos en la Biblia, lo que nos muestra que para Dios todos tenemos el mismo valor, El quiere usarnos para su Gloria si nos dejamos usar. Si respondemos a su llamado, el llamado supremo, el más alto llamamiento, entonces, El pone gracia en nosotros, influencia, poder y sabiduría para hacer sus grandes planes. En 1ra Corintios 1:26-27 encontramos esta poderosa Palabra:
Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles;
Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte;