Todos sabemos que la vida de Jesús en la Tierra no fue una vida divertida, sin problemas, o desordenada. Sino que fue una vida gloriosa, de muchas pruebas, una vida de orden, una vida de testimonios, una vida de ejemplo en todo. Jesús cuando vino a esta tierra no traía una agenda propia, sino la agenda del Padre, los planes del Padre, la misión dada por el Padre, y la continua conexión con el Padre fue lo que lo guió en todo su caminar en esta tierra. Hay muchos ejemplos en la Biblia de la vida de Jesús donde El muestra que vivía para hacer la voluntad del Padre, y aunque Jesús no vivió para agradarse a si mismo ni buscar su propia felicidad aquí, vivió y murió con satisfacción plena porque sabía que había cumplido la voluntad de su Padre Celestial. Nada hay más placentero en esta vida que vivir sometidos a la voluntad de Dios para nuestras vidas. Mientras van pasando los años en la vida de un ser humano, este quiere explorar cosas nuevas y probar por aquí y por allá, se quiere comer el mundo, porque busca llenar un vacío en su corazón. Algunos nunca lo logran porque no están dispuestos a dejar el pecado, por eso no todo el que se dice ser cristiano lo es de verdad, no todos llegan a serlo porque saben que no es facil someter su vida entera a la voluntad de otro ser, porque saben que no es facil tener que dejar cosas que gustan por otras que a simple vista no son atractivas, porque saben que vendrán aflicciones y sufrimiento y nadie quiere sufrir. Pero otros sí lo logran porque no tienen el corazón endurecido, y saben que las aflicciones en Cristo nos hacen crecer y nos elevan a un nivel superior en la vida sobrenatural del cristiano. Usemos, como Jesús, el filtro del Padre: si nos encontramos en una discusión, pensemos: ¿Qué le agradaría a mi Padre que yo respondiese en esta circunstancia? O ¿Cómo respondería Jesús? Si voy a salir a la calle y me miro en el espejo, debería preguntarme: ¿Le agradaría a mi Padre como estoy vestido o vestida? Si tenemos que defender un derecho, pensemos: ¿Cómo lo haría Jesús? Ese es el método que debemos usar en cada decisión a tomar en nuestra vida. Esos que lo logran, al final de todo llegan a darse cuenta que la vida más feliz, placentera y con plenitud que existe es la del hijo de Dios que se somete por completo a la perfecta voluntad del Padre Celestial. Lo importante en esta vida mis hermanos, no es encontrar la felicidad, sino que la felicidad la encontramos cuando buscamos el propósito de Dios para nuestras vidas.
Este verso de la Palabra que está en Romanos 12:1-2 es muy decidor:
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.