¿Alguna vez te has sentido menospreciado, ignorado o juzgado por lo que eres o por lo que haces? El desprecio duele, sobre todo cuando viene de quienes más amamos. Pero lo que para otros puede parecer insignificante, Dios lo mira con ternura y propósito.
La Biblia nos muestra que incluso aquellos que fueron rechazados —como David, Lea o el mismo Jesús— fueron levantados por Dios y cubiertos de honra. Porque donde otros ven poco valor, Él ve un corazón dispuesto.
Si has vivido el desprecio, recuerda: no define tu identidad ni tu destino. Dios puede transformar el dolor en propósito, y el rechazo en una plataforma de bendición.