La celebración del 169 aniversario de la Batalla de Rivas nos recuerda la gesta de nuestros héroes Juan Rafael Mora Porras, al mando del ejército nacional y Juan Santamaría, emblemático representante de nuestros soldados, quienes garantizaron la independencia y estabilidad de Centro América y de nuestra Nación.
Es también el marco ideal para poner en perspectiva, con claves de hoy, la doctrina del Destino Manifiesto, muy popular en el siglo XIX, para justificar la expansión territorial de Estados Unidos primero con las adquisiciones territoriales de California y Nuevo México (1846-1848) y luego con el avance de los filibusteros más allá de esas fronteras. Vendría así la compra de Alaska y la conquista de Hawái.
Posteriormente, ese expansionismo se transforma en la política de “poder suave”, mediante la cooperación y la globalización: las corporaciones de todo tipo, la cultura Hollywoodense y los acuerdos comerciales, entre otros, usando como bandera la defensa de valores universales; la democracia en primer plano.
Situados en el año 2025 la narrativa de Donald Trump nos ubica en el expansionismo puro y duro al pretender anexionar Groenlandia, recuperar el canal de Panamá (en las últimas horas con el anuncio del traslado de tropas) y convertir a Canadá en un estado más de los Estados Unidos.
Ampliando el foco, sumamos la competencia geopolítica por su rivalidad con China, la guerra de aranceles para castigar al mundo y la lucha por recursos estratégicos como el agua y los minerales de tierras raras.
La reinterpretación de Trump del Destino Manifiesto no es una mera nostalgia, sino una herramienta retórica para legitimar un proyecto político que combina nacionalismo identitario, proteccionismo y expansionismo.
Para conversar sobre esta continuidad de la política estadounidense nos acompaña el exministro, exembajador y presidente emérito de la Academia Morista Costarricense, Armando Vargas Araya.