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A comienzos de octubre fuimos invitados al VII Encuentro de Turismo Sostenible de ACOTUR en Caquetá. Allí conocimos a Daniela y Luis Miguel, y visitamos La Avispa, una reserva ecológica de 232 hectáreas en Florencia.
La historia de Daniela nace entre el privilegio y el dolor. Su familia, próspera en Florencia, se convirtió en blanco de las FARC. Su padre fue secuestrado, y la búsqueda por su liberación los llevó a perder casi todo. En medio del desespero, su madre terminó canjeando su propia libertad por la de él. Aunque finalmente ambos regresaron, la familia quedó marcada por el miedo, el dolor y la indignación.
Años más tarde, la vida les puso otra prueba: un trabajador de confianza confesó haber sido parte del grupo que los había secuestrado. Lo que pudo ser un motivo para odiar, se transformó en un llamado a entender y perdonar.
En otro rincón de Caquetá creció Luis Miguel, en un caserío cercano a Cartagena del Chairá, donde no había luz eléctrica, estaba rodeado de raspachines y caminaba una hora diaria para ir a la escuela. Su padre tenía un laboratorio para procesar hoja de coca, en un territorio donde el Estado era un fantasma y la guerrilla, la autoridad. Allí aprendió a vivir sin miedo y a relacionarse amablemente con todo lo que lo rodeaba. Sin embargo, el impulso de su madre —decidida a evitar su reclutamiento— lo sacó de allí y lo llevó a Florencia, donde logró formarse como biólogo.
Cuando Daniela y LuisMi se conocieron, descubrieron que habían crecido cerca, pero en orillas opuestas de un mismo país profundamente fracturado. Ella, víctima del conflicto; él, hijo de un entorno marcado por la guerra. Conocerse fue entenderse, pero más que eso, fue reconciliar dos versiones antagonistas de un país que poco a poco se ha borrado, porque no ha aprendido a reconocer la humanidad compartida que nos atraviesa a todos.
Hoy son pareja y lideran activamente La Reserva La Avispa, un proyecto de restauración ecológica y emocional que se ha convertido en su propósito: sanar el territorio.
@reservaavispa
By Laura y Alejo4.9
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A comienzos de octubre fuimos invitados al VII Encuentro de Turismo Sostenible de ACOTUR en Caquetá. Allí conocimos a Daniela y Luis Miguel, y visitamos La Avispa, una reserva ecológica de 232 hectáreas en Florencia.
La historia de Daniela nace entre el privilegio y el dolor. Su familia, próspera en Florencia, se convirtió en blanco de las FARC. Su padre fue secuestrado, y la búsqueda por su liberación los llevó a perder casi todo. En medio del desespero, su madre terminó canjeando su propia libertad por la de él. Aunque finalmente ambos regresaron, la familia quedó marcada por el miedo, el dolor y la indignación.
Años más tarde, la vida les puso otra prueba: un trabajador de confianza confesó haber sido parte del grupo que los había secuestrado. Lo que pudo ser un motivo para odiar, se transformó en un llamado a entender y perdonar.
En otro rincón de Caquetá creció Luis Miguel, en un caserío cercano a Cartagena del Chairá, donde no había luz eléctrica, estaba rodeado de raspachines y caminaba una hora diaria para ir a la escuela. Su padre tenía un laboratorio para procesar hoja de coca, en un territorio donde el Estado era un fantasma y la guerrilla, la autoridad. Allí aprendió a vivir sin miedo y a relacionarse amablemente con todo lo que lo rodeaba. Sin embargo, el impulso de su madre —decidida a evitar su reclutamiento— lo sacó de allí y lo llevó a Florencia, donde logró formarse como biólogo.
Cuando Daniela y LuisMi se conocieron, descubrieron que habían crecido cerca, pero en orillas opuestas de un mismo país profundamente fracturado. Ella, víctima del conflicto; él, hijo de un entorno marcado por la guerra. Conocerse fue entenderse, pero más que eso, fue reconciliar dos versiones antagonistas de un país que poco a poco se ha borrado, porque no ha aprendido a reconocer la humanidad compartida que nos atraviesa a todos.
Hoy son pareja y lideran activamente La Reserva La Avispa, un proyecto de restauración ecológica y emocional que se ha convertido en su propósito: sanar el territorio.
@reservaavispa

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