Evita sentirte débil, poco importante, estresado o asustado.
Estas emociones son un resultado de un pobre entrenamiento mental, de una mente distraída e influenciable, y como cualquier otra habilidad puede trabajarse
“La mayoría no entrena su mente de forma intencional. Y esto sucede por varias razones inconscientes:
1. No monitorizamos la atención: dejamos que cualquier notificación, titular o distracción nos robe foco. Esto entrena dispersión.
2. Consumimos información que genera miedo o comparación: redes sociales, noticias alarmistas, vidas perfectas en Instagram. Esto entrena ansiedad y frustración.
3. Reaccionamos en automático: vivimos apagando incendios y cambiando de tarea cada minuto, reforzando la impulsividad.
4. Usamos un lenguaje interno tóxico: frases como “no puedo” o “siempre fallo” refuerzan la fragilidad mental.
El resultado: una mente reactiva e influenciable.
Pero igual que este mal entrenamiento es inconsciente, el buen entrenamiento puede ser deliberado. Y nadie entiende esto mejor que los deportistas de élite.”