A veces se siente como si por más que intentas no avanzas. O al menos, no tan rápido como quisieras. A veces usas todas tus fuerzas, y no ves un resultado. O al menos, no tan instantáneo como preferirías.

Y así, nos pasamos la vida corriendo, yendo deprisa. Sintiendo que mientras más rápido mejor. Resulta que cuando llegamos al final de la meta, vemos hacia atrás y nos damos cuenta de que nunca fue una carrera.

Hoy conversamos con el tiempo, que muy rara vez se sienta a esperar. Para vernos reflejados en los momentos en los que, por impaciencia, pensamos que vamos mal. Hoy recordamos que, pase lo que pase, estamos a tiempo.

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