La humanidad parece descubrir o redescubrir el ajedrez en estos días. La serie de Netflix "Gambito de Dama", que pone en escena a una joven prodigio de este deporte -porque como veremos sí es un deporte-, ha creado un fenómeno de sociedad. Los libros de estrategia se venden como pan caliente, la cantidad de inscripciones en los clubes estallan, así como las partidas en las plataformas de juego en línea. ¿Qué mejor pretexto entonces para hablar hoy con la ajedrecista argentina Carolina Luján, primera con el título de Maestro Internacional Absoluto y Gran Maestra Femenina?
En esta edición del podcast Algo que decir de RFI, conversamos con Carolina Luján, Maestro Internacional Absoluto y Gran Maestra Femenina, según la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE). Hablamos por supuesto de cuán realista es la serie Gambito de Dama, que triunfa en Netflix, pero no sólo. Luján nos explica además por qué el ajedrez es un deporte extremo, comenta el impacto de la tecnología y analiza la relación entre este juego y la política: de la guerra fría a su propia retirada del Mundial de ajedrez en Teherán, donde la querían obligar a jugar velada. También nos cuenta qué es ser mujer en una disciplina reservada por siglos a los hombres y las razones para que sigan existiendo torneos exclusivamente femeninos. No se lo pierdan.
Carolina Luján, evacuemos de una vez la pregunta inevitable en estos días: ¿Qué le pareció a la Gran Maestra de ajedrez la serie de Netflix ‘Gambito de Dama’?
La verdad es que me gustó mucho. Me parece que está bien lograda, especialmente para quienes somos ajedrecistas. Cuando vemos que hay alguna película, serie, libro, lo que sea, obviamente somos el primer público que está ahí atento y esta serie me sorprendió porque desde lo técnico también está muy bien hecha. En cuanto a lo ajedrecístico, estoy cansada de ver errores garrafales, como la mala ubicación de las piezas o del tablero o los gestos que hace un ajedrecista y me da bronca: muchas veces digo ‘pero no es tan difícil consultar a un jugador de ajedrez, a una jugadora’. Tampoco estamos hablando de que tiene que ser un gran maestro, pero alguien que sepa lo básico, ¿no? Esta serie estuvo muy bien hecha desde ese lado, entendiendo obviamente que es una ficción y que hay algunas cuestiones que se adaptan para que sea más entretenido, pero la verdad es que me gustó bastante.
Incluso que hay algunas jugadas o partidas célebres que los conocedores pueden reconocer en algún momento en la serie...
Sí, de hecho hay varias que se han jugado entre otros grandes maestros, en situaciones similares de torneos, inclusive como definiciones de campeonato del mundo, torneos de ese estilo que un poco es lo que representa en algunas escenas la serie. Y eso también está muy bueno. Tenés que ponerle especial atención porque se ven algunas jugadas, no es que se ven las partidas completas, más en esa época que las partidas duraban muchísimas horas, inclusive días. Pero sí, sí es está muy bien orientada desde ese lado también.
¿Y qué hay del aspecto psicológico? Porque uno ve personajes solitarios, un poco excéntricos, al margen de la sociedad, un poco como si fuesen nerds. Te parece que eso está bien ilustrado en cuanto a la realidad del mundo del ajedrez?
Sí, en ese aspecto me parece que también está muy bien representado el ambiente. Hay varios “personajes”, como los llamamos en el ambiente: tenés un poco el excéntrico, el intelectual, el loco… Y que no es así en general, ¿no? O sea, estos personajes escasean. Si uno va a un torneo o si mirás los primeros puestos de la lead mundial hoy mismo del ranking de Argentina, la mayoría no respondemos a ese estereotipo. Estamos más vinculados al deportista, al atleta. Eso también fue porque cambiaron los tiempos y la serie se sitúa en los 60’, 70’, que es claramente otra época y combina cosas con estos tiempos, lo cual la hace un poco atemporal por momentos.
Justamente hablabas del aspecto atlético del deporte. Muchas veces cuando uno dice que practica el ajedrez y se refiere a un deporte, le responden con una sonrisa. ¿Por qué es un deporte el ajedrez?
Bueno, es una pregunta que me han hecho muchas veces. De hecho, mi entorno me discute que yo no hago un deporte cuando hablo de ajedrez y la realidad es que hay muchos argumentos para para creer que sí. El principal, creo yo, es que el Comité Olímpico Internacional lo reconoce como deporte. Pero además podemos observar que el ajedrez tiene reglas, tiene todo lo que es el ambiente de un deporte en cuanto al entrenamiento, la competencia y los valores que transmite. En sí el juego tiene la parte lúdica, tiene lo de entretenimiento y un poco del ejercicio físico. Bueno, sí, estamos sentados, pero la realidad es que no estamos sentados moviendo fichitas, sino que estamos haciendo un gasto de energía enorme. De hecho, yo practico handball y futsal. También me gustan mucho los deportes y termino claramente más destruida cuando juego al ajedrez que cuando practico cualquiera de estos deportes de contacto y de velocidad.
¿Cómo puede ser que físicamente estés en un estado más desgastante y terminás más cansada cuando se trata de ajedrez?
Bueno, yo lo atribuyo al desgaste mental, a la cabeza, te queda realmente fundida. Y también repercute en el cuerpo, o sea, estar tantas horas bajo mucha tensión. Durante muchos días estamos hablando quizás en promedio de las 5 horas de juego diarios durante una semana o 9 días. La verdad es que la cintura, la espalda, las piernas sienten toda esa tensión muscular que realmente te agota. Bueno, yo bajo mucho de peso. Por ejemplo, cuando no compito y también quemo las remeras en las axilas, me da un poco de vergüenza contar eso, pero es verdad, es una transpiración distinta, como a la que puedo tener cuando hago un deporte físico en el que estoy corriendo y después, claro, me duele todo el cuerpo.
O sea, si me baño con frío me recupero y si me decís llegamos a juntarnos a comer algo, arranco. Ahora, si me decís hacer un plan después de haber jugado un torneo durante tantas horas o alguna partida muy extensa -he jugado partidas de 7 horas, por ejemplo- y no, la verdad es que no, no me da la cabeza. No puedo reaccionar ni tomar ninguna decisión. Un poco para compararlo, para quienes no juegan al ajedrez, es como rendir examen final y durante todos los todos los días que dura mil horas o tener que tomar decisiones importantes en tu trabajo y eso te tiene la cabeza ahí 24 horas. Estás pensando en eso. Es difícil conciliar el sueño también y relajar y poder mantener una rutina. En cuanto a la alimentación, es importante, como hacer un complemento físico también. A eso iba con el aspecto atlético. Hoy en día es muy necesario estar bien físicamente.
Decías recién que con respecto a la serie de Gambito de Dama, que está ambientada en los años 60, el ajedrez ha cambiado mucho, incluso en las reglas. ¿Cómo ocurrió esto?
Sí, más que el cambio de reglas cambió mucho en relación al avance de la tecnología. Hoy el ajedrez es bastante más rápido, no sólo para jugar, sino también para entrenar. En mi época, y estoy hablando de los 90’, tampoco tan atrás, no había computadoras como hay ahora ni módulos de análisis. Y tenías que esperar que los libros llegaran de Europa o de Rusia. Estábamos meses esperando en enciclopedia, un informador, los libros de teoría. Y hoy en día entras a cualquier dispositivo y los tenés a mano. Es más, podes ver los torneos en vivo, en directo, con comentarios de maestros de todo el mundo, en todos los idiomas que te explican, variantes que te explican todo. Eso era inaccesible, inclusive cuando yo era chica. Entonces se agilizó mucho. Por eso hoy también encontramos maestros tan jóvenes, que antes era una novedad. Por ejemplo, no sé, Judit Polgár, que fue Gran Maestro, también muy, muy joven. Hoy empezamos a encontrar muchos chicos y chicas que se desempeñan en el alto nivel siendo niños, niñas aún. Yo creo que ese es el principal factor.
Y esto hizo que el ajedrez se volviese más competitivo…
Sí, es mucho más competitivo, de hecho hay mucha mayor cantidad de ajedrecistas en el mundo. Aunque lo llamativo sigue siendo que las mujeres somos pocas hoy y siempre. Entonces un poco surge esa pregunta y más que el que la protagonista de la serie es una mujer de por qué es tan raro ver que una mujer triunfe precisamente en un ámbito de hombres o en el cual siempre estuvieron los hombres. Eso es algo que nos preguntamos bastante y que estaría bueno trabajar para que eso mejore.
¿Cómo te diste cuenta de que el ajedrez era algo más que de un juego de mesa para vos?
La verdad es que no soy muy consciente del momento. Empecé a jugar a los 7 años y tengo 35, así que bueno, el ajedrez pasó de ser un juego, deporte, una profesión, mi trabajo, algo que me apasiona mucho. Por lo que me cuentan en mi casa, me gustaba jugar desde muy chica, estaba todo el tiempo pidiendo ir al club y me gusta competir. Entonces a los 8 años yo estaba jugando torneos y no paré nunca. Si bien tuve altibajos y momentos en los que quise dejar de jugar o he tenido algunos problemas familiares o personales que me han hecho alejarme un poco, que es normal: llevo casi 30 años jugando al ajedrez. Pero nunca, nunca dejé de competir. Así que difícil imaginarme la vida sin jugar ajedrez.
¿En qué momento te diste cuenta de que esto iba a ser tu vida?
No lo sé con exactitud, pero cuando terminé la escuela ahí fue un momento de quiebre. Creo que le pasa a la gran mayoría, donde te quizás tenés que decidir entre estudiar una carrera universitaria con alguna, entre comillas, garantía de poder vivir de eso, y que el ajedrez quizás no te lo pueda asegurar. Así que ahí es como difícil tomar esa decisión. Y decidí viajar a Europa a jugar torneos sin la escuela porque siempre había tenido que combinar la escuela, los estudios con el ajedrez y otras actividades.
Empecé a jugar y la verdad que terminé decidiendo por ser ajedrecista, más allá de que igual me gusta, me gusta estudiar, me gusta aprender. Soy una persona curiosa, siempre estoy haciendo cosas. Y tuve varios intentos de arrancar alguna carrera, pero aquellos tiempos era más difícil complementar una carrera universitaria con el alto rendimiento en el cual yo estaba seis o siete meses en el exterior del país y siempre era complejo poder mantener una regularidad. Hoy hay un montón de programas y oportunidades para que los y las deportistas puedan estudiar y hacer deporte.
Una pregunta que tiene que ver con el vivir justamente el ajedrez: ¿qué significa pretender vivir el ajedrez cuando se es latinoamericano?
Un poco que se lo preguntan todos, todos quienes practican deporte de alto rendimiento acá. Es complejo vivir en Latinoamérica y dedicarte al deporte profesional, por decirlo de alguna manera, porque en cuanto a las obligaciones somos profesionales, pero en cuanto a los beneficios, no. No recibimos la remuneración o las facilidades para poder dedicarnos al deporte de tiempo completo. Eso le pasa a cualquiera y la gran mayoría tenemos que mirar. Tenemos que irnos al exterior a competir, donde podemos recibir mejores contratos de clubes para jugar ligas, donde los premios de los torneos son mejores, donde el trato es distinto. Respetan y valoran tu profesión, y a veces, por lo menos en Argentina, pasa muchísimo, de que no te tratan de la misma manera y eso hasta te da bronca. Interiormente decís: me invitan a jugar desde otros países, me pagan los gastos, me dan las mejores condiciones y acá en Argentina tengo que andar mendigando para que los de la Federación me traten bien siendo la número uno del ranking de mujeres y estando entre los 50 mejores del país.
¿Qué te responden cuando decís que sos ajedrecista como ocupación?
Algunos no me creen (risas). Ponele que me reúno con amigas y hay otras amigas y dicen, ‘¿y vos qué hacés’. Digo “juego al ajedrez’. Y me responden. ‘Ah, y qué haces además de eso?’. ‘Me dedico a jugar al ajedrez’. ‘Pero cómo?’. Es como no lo pueden procesar. Inclusive a veces uno escucha a alguna persona que te dice sí, yo toco la guitarra o soy artista. Como que hay cierto prejuicio con algunas profesiones de las cuales la gente piensa que sos una vaga, y la verdad que no. A ver, si uno se dedica con seriedad y responsabilidad y realmente es tu profesión y lo hacés con compromiso, podés vivir de lo que sea, creo yo, obviamente. Quizás hoy hay carreras que te puedan de alguna forma asegurar una mejor calidad de vida en lo económico, pero igual siempre es relativo. A veces escuchamos personas que tienen un montón de títulos universitarios y sin embargo no pueden vivir de eso. Es bastante difícil, creo yo, para la gente, vivir de algo, y más vivir de lo que te gusta. Yo como ajedrecista vivo del ajedrez, aunque me gustaría vivir solo jugando. Quizás ahora no, pero sí de más joven me hubiera gustado dedicarme solamente a jugar. Y sin embargo, ya desde adolescente tuve que empezar a dar clases y cursos y hacer actividades para poder ganar plata. Y con eso invertirla en mi profesión. Obviamente, si hubiera tenido más apoyo económico me hubiera sido más fácil.
El ajedrez también puede ser algo serio. En el año 2017 boicoteaste el Mundial de ajedrez, que se jugaba en Teherán porque se obligaba a las jugadoras a usar el velo islámico. Qué recuerdo tenés de ese debate en ese momento?
La palabra boicot me suena un poco fuerte. De hecho, creo que si alguien hizo un boicot fue la Federación Internacional al organizar el torneo en una ciudad o en un país donde no se respetaba la diversidad cultural. Y yo no hablo de las políticas o de cómo como el país elija vivir, obviamente no soy quién. Pero creo que era una sala de juego se tiene que respetar la diversidad cultural, la libertad de elección, y eso no estaba garantizado. En Teherán nos obligaban a usar el hiyab -el velo que cubre la cara, la cabeza y el cuello- y a cumplir con ciertas reglas, leyes de una teocracia, en la cual yo no creo. Yo soy argentina y tengo otra cultura, otras creencias, y no me parecía justo que me obliguen a actuar de una forma en la que yo no soy. Y eso es lo que pasaba en ese Mundial. Por eso fui una de las ocho ajedrecistas que decidimos no participar, porque no nos garantizaban que se respeten nuestros derechos, básicamente. Y las ocho, casualmente eran: la última campeona del mundo, la campeona de Estados Unidos, yo en ese momento era la campeona de América, la campeona rusa… No éramos cualquier ocho. Y nos reemplazaron como si nada. No nos respondieron. Pusieron a ocho jugadoras cualquiera. Y el torneo se hizo igual. De hecho, después la Federación de Irán no pagó los premios y la Internacional tuvo que pagarlos. No sé si suspendieron a la Federación. Hubo un conflicto grande.
La verdad es que a mí me dolió bastante porque tuve que renunciar a mi derecho ganado de jugar un Mundial. Ya en esa instancia es la instancia final en la cual estás dos años pasando filtros para poder llegar a un Mundial. La decisión que tomó la Federación Internacional para mí no fue acertada. Cuando hablo del respeto por la diversidad, por ejemplo, las Olimpíadas de ajedrez participan cerca de 200 países, y en la sala de juego te encontrás personas con túnicas, con vestidos, con trajes, con ropa deportiva… Mientras que vos no invadas al otro y respetes esa otredad, podés vestirte y estar y hacer lo que quieras. Y me parece que eso es lo importante en la sala de juego. Después, el país, si uno va a hacer turismo, bueno, sí, andá y adaptate, porque son sus reglas y es su forma de ir. Pero en la sala de juego me parece que no correspondía.
El ajedrez, el deporte de reyes, siempre ha estado mezclado con la política. Durante la Guerra Fría fue el teatro de un enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética. De hecho, Garry Kasparov es hoy en día una figura política de la oposición rusa. ¿Cómo entendés vos esta relación tan fuerte entre la política y el ajedrez?
Bueno, yo creo que todo es política. Soy de las personas que piensan de esa forma y de que quizás tenemos mal entendida la palabra política, que también tiene que ver con lo que quizás la vivencia de cada uno. El ajedrez está muy vinculado, desde lo simbólico, de lo que representa y también desde el accionar que tiene. O sea, para jugar al ajedrez tenés que evaluar, tenés que tener que hacer estrategias, que tener tácticas, tenés que pensar, tenés que especular. Tenés que tener intuición y sobre todo tomar decisiones.
Por eso también muchos ajedrecistas y muchas ajedrecistas que se dedican a la política, a veces después de su carrera, a veces en simultáneo. La carrera del ajedrecista por suerte es bastante extensa. Y sí, Kasparov estuvo liderando, siendo candidato en su momento en Rusia, y después hubo muchas otras personas que se dedican a la política y también son ajedrecistas. Yo creo que comparten muchas cosas quienes hacen política y quienes juegan al ajedrez.
¿Y cuáles son las cualidades del buen ajedrecista? Por ejemplo, ¿se puede ser un gran ajedrecista sin ser muy inteligente?
Sí, por supuesto. Hay muchos tipos de inteligencia. El ajedrez puede tener algunas o necesitar de algunas capacidades que tenemos, pero no de todas. Podés ser muy bueno jugando al ajedrez y malo jugando otra cosa, o haciendo otras cosas. Es distinto. Yo creo que el ajedrez, o el ajedrez del alto rendimiento, más allá de lo intelectual o de lo vinculado más a las capacidades cognitivas, también tiene esto de lo lúdico y de lo combativo y de la forma de pensar que tiene o que debería tener un deportista de alto rendimiento en cuanto a lo competitivo. También podés saber muchísimo, ser un bocho estudiando y leyendo todo, ver cada libro y cada cosa nueva que sale y aprender todo, y a la hora de jugar no puedas manejar tus emociones y te supere la presión. Te superan los nervios, la ansiedad. Hay miles de cosas que te atraviesan mientras competís en un torneo o en una partida. Es difícil de lograr esa combinación entre los conocimientos y el manejo de las emociones y la formación del carácter para jugar y dedicarte al alto rendimiento y triunfar.
Empezamos esta charla hablando de la serie de Netflix Gambito de Dama, que pone en escena a una mujer ajedrecista en un mundo muy masculino. Hay torneos que son para hombres y mujeres, y torneos que son exclusivamente para mujeres. ¿Cuáles son los argumentos a favor y en contra de los torneos mixtos y los que son por sexo? Porque incluso entre las campeonas de ajedrez hay opiniones contradictorias…
Sí, es un tema que abre debate siempre. Está un poco ese para mí falso argumento de que pueden jugar por igual hombres y mujeres. Y cuando hablo de falso argumento no hablo de que haya capacidades intelectuales distintas o que el hombre sea más fuerte, entonces sea mejor. No, no me refiero a eso, sino a que tiene que ver mucho con lo cultural y con la historia de las mujeres en el ajedrez. Es una historia que se conoce poco. Inclusive nosotras mismas conocemos muy poco de nuestra historia y no es una casualidad. A ver, el ajedrez es uno de los deportes más antiguos del mundo, si no es el más antiguo, lleva siglos de existencia. Y las mujeres empezamos a aparecer en la historia a partir de 1900 y poco jugando en las casas. Es mucha la diferencia histórica que hay entre un ambiente que fue siempre para los hombres y en el que las mujeres empezaron a aparecer más en muy poco tiempo en relación a la existencia del ajedrez. Y eso tiene que ver, y también tiene que ver cómo es ese espacio de juego en donde llegan las nenas a jugar.
He contado muchas veces que cuando empecé a jugar al ajedrez iba de noche a una biblioteca con mi papá -obviamente acompañada- y eran todos tipos y no había mujeres ni nenas. Y esos ambientes no sé si son tan atractivos para para las chicas. Fue cambiando. Hoy hay clubes, hay escuelas. El ajedrez se juega en todos lados y el ambiente es mucho más receptivo y más amigable, pero siempre ha sido duro y sobre todo mantenerte en ese ambiente que te repele constantemente, donde si no te adaptás, no podés seguir jugando. Eso creo que tiene mucho que ver. Y después también tiene que ver un poco con los números. Si no llegamos al 10% al nivel nacional e internacional, es más fácil o más probable que haya un número uno hombre que mujer. Lo que hizo Judit Polgár, por ejemplo, fue algo de otro planeta: estuvo entre los 10 mejores del mundo. Que les haya ganado a campeones del mundo, inclusive en vigencia, es algo extraordinario, no habitual. Entonces es como un debate bastante extenso, y yendo puntualmente a la diferencia entre la rama absoluta, que es la rama mixta, y la femenina, los torneos femeninos existen como una especie de discriminación positiva también, y con la intención de que más mujeres empiecen a jugar al ajedrez, se involucren y se sientan más cómodas, y a partir de ahí empiecen a competir en torneos absolutos. También faltan políticas que promuevan la participación de mujeres. Si somos pocas, podrían intentar fomentar que las chicas participen y sobre todo también tratar bien a sus referentas, y mostrarnos, porque existió Judith Polgár y acá en Argentina existe Claudia Amura, podría ponerme yo misma como referente, y eso hace que otras chicas puedan reflejarse en nosotras y querer jugar y ver dicen ‘ah, mira a Carolina, vive del ajedrez’. Estuvo Judit Polgár: o sea, se puede estar entre los 10 mejores del mundo.
La pregunta va a que he visto entre otras campeonas la opinión contraria, según la cual no hay motivos reales hoy en día, cuando hay presidentas mujeres, mujeres que ocupan lugares de primer lugar en todos los ámbitos de la sociedad, que el ajedrez se mantenga aparte y no haya una normalización, donde hombres y mujeres, que si a priori no tienen diferencias en intelectuales y las físicas no son tan importantes, deberían competir juntos, incluso por los premios más altos…
Es que eso existe. Nosotras podemos jugar torneos absolutos y competir entre comillas en igualdad de condiciones. Y, si querés, jugar los torneos femeninos, eso no está en discusión. De hecho, yo tengo título absoluto. Soy Maestra Internacional Absoluta, que es un mixto, y he sido campeona argentina en categorías infantiles y juveniles de torneos mixtos, y juego la mayor cantidad de torneos al año con hombres y no con mujeres...
Pero te parece que debería existir paralelamente este espacio reservado a las mujeres para promover una política que vaya en contra de los determinismos que han impedido hasta ahora el progreso de las mujeres…
Claro, sí, estoy de acuerdo y estoy a favor de que existan, porque creo que contribuyen y suman. Cuando hablamos de que las mujeres y los hombres juegan los mismos torneos, estamos hablando de eliminar la rama femenina, si lo decimos claramente. ¿Por qué eliminar? Yo creo que es necesaria. Hay muy pocas mujeres, hay que buscar la forma de que haya más y también mandar a las pocas que hay a jugar de igual a igual a los torneos absolutos es un poco mandarlas al muere también. O sea, no tienen ninguna chance la gran mayoría. De hecho, yo puedo llegar a decir que tengo algunas chances en Argentina, pero a nivel mundial, no, estoy muy lejos. Y si vamos al ranking mundial, lo que te decía antes, ahora sólo hay una mujer entre los 100 primeros y creo que hay cerca de 12 mujeres entre los 1.000 primeros.
Y para vos, el hecho de que haya una sola mujer en el ranking de los 100 primeros ¿obedece exclusivamente a un determinismo histórico?
No exclusivamente, pero creo que es el factor predominante. Y creo que está muy vinculado a que haya tan pocas mujeres. Yo creo que si fuéramos 50 y 50%... O sea, en Argentina hay 8.000 federados. Bueno, si hubiera 4.000 mujeres y 4.000 varones, creo que podrían ser iguales las chances y las oportunidades de ser número uno. Ahora, si hay 7.000 hombres y 1.000 mujeres, creo que ahí tienen muchas más chances los hombres de dominar el ranking que nosotras, si lo pasamos como a los números crudos. Entonces para mí el foco está en cómo hacemos para que las mujeres jueguen al ajedrez y se mantengan jugando al ajedrez. Porque también vemos eso, que en la niñez hay muchas chicas y chicos que quizás arrancan a jugar en cantidades iguales y a los 12 o 13 años las chicas van dejando y merma mucho más cuando terminan la escuela. Los varones siguen y las mujeres no. Entonces, ¿por qué los varones y enjugado y las mujeres no? No tengo la respuesta. Podría mencionar cuestiones que me parece que tienen que ver con eso, pero creo que es ahí donde hay que poner el foco, en cómo cambiar esa situación y en cómo lograr que haya más mujeres que juegan ajedrez.
Hablaste hace un rato de cómo la tecnología había cambiado la forma de jugar al ajedrez y de aprenderlo. Ahora, ¿qué ha cambiado en el espíritu del ajedrez desde que la máquina le puede ganar al mejor ajedrecista?
Es un debate que está ahí, siempre latente, de si la máquina supera al hombre o no. Todavía no hay juego perfecto: no hay máquina inclusive que haya resuelto al ajedrez. Creo que cuando llegue ese momento, que probablemente llegue, ahí nos preocuparemos. Pero igual creo que si el ajedrez lo seguimos jugando entre humanos, va a seguir siendo infinito, así que va a seguir siendo igual de atractivo, más allá de que las máquinas puedan superarnos, que de hecho ya superan a la gran masa de ajedrecistas. Pero si juega hoy la mejor máquina un match con Magnus Carlsen [número 1 del mundo], no sé quién gana. No estoy tan segura de que la máquina le gane.
Una última pregunta Carolina Luján: ¿qué aconsejarías a alguien que quiera acercarse o llevar una familiar al ajedrez?
Hoy tienen la posibilidad de hacerlo por internet. De hecho, en estos tiempos de pandemia, donde son pocas las actividades que tenemos a la mano, les recomendaría que se acerquen a la práctica online. Y en cuanto puedan, se acerquen un club o a cualquier espacio, porque jugar al ajedrez es realmente bastante accesible: necesitás un tablero y otra persona para jugar. También puede jugar con la máquina, pero para mí es mucho más entretenido que sea entre personas porque tiene también una cuestión social y humana, que está bueno y que uno puede comunicarse a través del ajedrez y me parece que eso está realmente bueno para la gente en general. Y si les gusta que sigan jugando y si después les interesa competir, bueno, también hay muchísimas otras opciones, así que no necesariamente tiene que ser jugar ajedrez en alto rendimiento. Es uno de los deportes más practicados a nivel mundial, lo cual hace que sea uno de los deportes más atractivos.