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El ajolote es un anfibio endémico de la zona lacustre de Xochimilco en la Ciudad de México. Sus miembros amputados se regeneran sin problema por lo que es de un interés científico enorme. Tiene cola, patas. Nada y camina. Tiene una cara redonda y parece que siempre sonríe. Desafortunadamente está en peligro de extinción.
En la cuenca lacustre del Valle de México, desde hace más de 300 millones de años, un día más, un día menos, habita un anfibio fascinante llamado axolotl o ajolote, que en náhuatl significa “monstruo del agua”. Y hace más de 2.000 años, en ese lugar, los primeros pobladores crearon islas artificiales llamadas chinampas y consideraron al ajolote un animal sagrado, hermano del dios Quetzalcóatl. Los anfibios, como los ajolotes, fueron los primeros seres vivos que salieron del agua y pisaron con cuatro patas la Tierra; son muy anteriores a los dinosaurios.
En México hay 17 especies de ajolotes que viven en humedales y todo tipo de cuerpos de agua. La doctora Olin Olivia Rodríguez Sánchez, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), explica que de las 17 especies que existen en México, cuatro son neoténicas, es decir que no pasan por el proceso de metamorfosis y se quedan en el agua toda su vida.
Todas las especies de ajolotes tienen pulmones y branquias. Cuando hay sequía, los ajolotes pierden las branquias y se convierten en salamandras, pero el Ambystoma Mexicanum, endémico de la actual Ciudad de México, nunca se transforma en salamandra: siempre vive en el agua y conserva su forma larvaria desde el nacimiento hasta la muerte. En su carita siempre hay “una sonrisa” que lo hace muy simpático y en él se inspiraron los creadores del Pokemón Upah.
Asombrosa capacidad de regeneración
La capacidad de regeneración de tejidos del ajolote es impresionante. El doctor José Antonio Ocampo, profesor investigador delCentro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de Cuemanco (CIBAC), de la UAM, comenta que “el ajolote regenera rápidamente y por completo cualquier miembro amputado, lesiones en corazón, pulmones, sistema nervioso y médula espinal. En la UAM campus Xochimilco y Cuajimalpa se analizan los genes del ajolote para usarlos en tratamientos contra el cáncer”.
Por su parte, el doctor Fernando Gual, director del Zoológico de Chapultepec y del Museo Anfibium, agrega que “Una herida de ajolote sana en ocho horas. En la lesión se forma una bolsita llena de células madre que regeneran la zona en cuestión de días. El blastoma en la parte amputada y con células madre regeneran hueso, nervios, músculos y piel. El material genético del ajolote es 10 veces mayor al de los humanos y ahí está la clave que se estudia en todas las universidades públicas y centros de investigación mexicanos buscando cura para el cáncer y el Alzheimer”.
“Aquí en el Anfibium, Museo del Ajolote y Centro de Conservación de Anfibios (inaugurado apenas el 23 de enero de 2023), estudiamos la hematología del ajolote y descubrimos que tiene los eritrocitos (glóbulos rojos) más grandes del mundo animal, mucho mayores a los humanos”, prosigue. Sin embargo, los estudios están en fase experimental y aún no se han podido aplicar a la medicina humana.
Peligro de extinción
“Actualmente hay más ajolotes en zoológicos y en acuarios que en Xochimilco” afirma el doctor Gual. Xochimilco fue declarado patrimonio de la UNAM por la UNESCO y la zona ecológica protegida tiene 2.500 hectáreas.
Anfibium, en el Zoológico de Chapultepec, alberga especies del Valle de México, Pátzcuaro, Toluca, Lerma y Zacapú (Michoacán), todas ellas en peligro de extinción. “La contaminación de las aguas por basura, agroquímicos, así como la introducción al lago de Xochimilco de peses como la carpa y la tilapia, han llevado al ajolote al borde de la extinción”, subraya el doctor Ocampo.
“Los peces nativos de Xochimilco ya no existen, se extinguieron hace 80 años, así como las almejas”, cuenta el biólogo mientras mira fijamente el agua oscura del canal en Cuemanco. Y cuando se le pregunta si piensan liberar a los ajolotes adultos que tienen, contesta: “No, porque el agua está muy contaminada y no podríamos hacer un seguimiento, que para nosotros eso es lo más importante. Tal vez en un futuro, si se dan las condiciones lo haremos”.
¿Ajolotes medicinales?
Román Zamora, un taxista, recuerda que cuando era niño, en los años 60, “el agua era tan cristalina y limpia en los canales de Xochimilco que veíamos los peces, los ajolotes y el fondo del canal. A los mercados llegaban personas con pececitos y ajolotes en una cubeta con agua y los vendían como mascotas. Los pobres animales se morían al tercer día porque no les dábamos la comida correcta. También recuerdo que en Xochimilco se hacían tamales de ajolote y hasta había un jarabe para la tos”.
El doctor Ocampo explica que hasta hace 50 años en Xochimilco se preparaban muchos alimentos con ajolotes porque abundaban y eran parte de la dieta diaria como tamales, caldos revitalizadores y el famoso jarabe de ajolote contra la tos. “Afortunadamente ya no se preparan aunque aún hay un jarabe que conserva el nombre ‘Ajolotiux’, que es menta, propolio y miel, pero ya no llevan ajolote”, señala el jefe del Proyecto CIBAC.
Las monjas ajoloteras
La doctora Olin Olivia Rodríguez Sánchez, de la UAM, conoce desde hace mucho tiempo a Sor Ofelia, monja del Convento de Pátzcuaro, Michoacán, que es una experta en el cuidado de los ajolotes. Las religiosas tienen un criadero certificado reconocido por las autoridades y ellas sí elaboran un jarabe de Achoque (ajolote) para la tos.
“Creo que ellas [las monjas] son las personas que más saben sobre el cuidado de ajolotes; de hecho, ellas nos han dado consejos de qué hacer cuando se enferman nuestros ejemplares, cómo atenderlos. Ellas manejan una colonia de una especie que es pariente de la de Xochimilco. Nunca nos han revelado la receta de su jarabe para la tos con ajolotes que es muy popular y codiciado. Ese es un secreto que guardan celosamente”, confía la doctora Rodríguez.
¿Funciona este járabe? “La gente le tiene mucha fe y como está hecho en un convento, pues tiene ayuda divina” responde divertido el doctor Ocampo. El doctor Fernando Gual afirma que probablemente además de la miel, las hierbas expectorantes y el propolio, el secreto está en el moco que recubre la piel de los ajolotes que es antibiótico.
No sólo el ajolote en peligro
La doctora Rodríguez advierte que la mala calidad del agua afecta de sobremanera a los ajolotes ya sea por detergentes, agroquímicos, insecticidas, etc., pues absorben todo por medio de la piel. “La piel del ajolote es más permeable a los contaminantes que la humana, que está protegida por queratina. Actualmente nos enfrentamos a un hongo que ya afecta a anfibios en todos los continentes. Se llama Quítrido (Batrachochytrium dendrobatidis). Los anfibios dependen de la piel para respirar, para vivir. En Anfibium estamos desarrollando y aplicando pruebas de PCR para todo tipo de anfibio y así monitorear y combatir el hongo”, enfatiza el doctor Gual.
El ajolote ayuda a mantener un equilibrio ecológico impidiendo que gusanos y moscos se vuelvan una plaga. Al proteger el hábitat de los ajolotes, protegemos a 138 especies más de vertebrados, aves, reptiles, anfibios y mamíferos. “Mi casa es tu casa. Si cuido la casa del ajolote cuido la mía” concluye el doctor Fernando Gual.
By RFI EspañolEl ajolote es un anfibio endémico de la zona lacustre de Xochimilco en la Ciudad de México. Sus miembros amputados se regeneran sin problema por lo que es de un interés científico enorme. Tiene cola, patas. Nada y camina. Tiene una cara redonda y parece que siempre sonríe. Desafortunadamente está en peligro de extinción.
En la cuenca lacustre del Valle de México, desde hace más de 300 millones de años, un día más, un día menos, habita un anfibio fascinante llamado axolotl o ajolote, que en náhuatl significa “monstruo del agua”. Y hace más de 2.000 años, en ese lugar, los primeros pobladores crearon islas artificiales llamadas chinampas y consideraron al ajolote un animal sagrado, hermano del dios Quetzalcóatl. Los anfibios, como los ajolotes, fueron los primeros seres vivos que salieron del agua y pisaron con cuatro patas la Tierra; son muy anteriores a los dinosaurios.
En México hay 17 especies de ajolotes que viven en humedales y todo tipo de cuerpos de agua. La doctora Olin Olivia Rodríguez Sánchez, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), explica que de las 17 especies que existen en México, cuatro son neoténicas, es decir que no pasan por el proceso de metamorfosis y se quedan en el agua toda su vida.
Todas las especies de ajolotes tienen pulmones y branquias. Cuando hay sequía, los ajolotes pierden las branquias y se convierten en salamandras, pero el Ambystoma Mexicanum, endémico de la actual Ciudad de México, nunca se transforma en salamandra: siempre vive en el agua y conserva su forma larvaria desde el nacimiento hasta la muerte. En su carita siempre hay “una sonrisa” que lo hace muy simpático y en él se inspiraron los creadores del Pokemón Upah.
Asombrosa capacidad de regeneración
La capacidad de regeneración de tejidos del ajolote es impresionante. El doctor José Antonio Ocampo, profesor investigador delCentro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de Cuemanco (CIBAC), de la UAM, comenta que “el ajolote regenera rápidamente y por completo cualquier miembro amputado, lesiones en corazón, pulmones, sistema nervioso y médula espinal. En la UAM campus Xochimilco y Cuajimalpa se analizan los genes del ajolote para usarlos en tratamientos contra el cáncer”.
Por su parte, el doctor Fernando Gual, director del Zoológico de Chapultepec y del Museo Anfibium, agrega que “Una herida de ajolote sana en ocho horas. En la lesión se forma una bolsita llena de células madre que regeneran la zona en cuestión de días. El blastoma en la parte amputada y con células madre regeneran hueso, nervios, músculos y piel. El material genético del ajolote es 10 veces mayor al de los humanos y ahí está la clave que se estudia en todas las universidades públicas y centros de investigación mexicanos buscando cura para el cáncer y el Alzheimer”.
“Aquí en el Anfibium, Museo del Ajolote y Centro de Conservación de Anfibios (inaugurado apenas el 23 de enero de 2023), estudiamos la hematología del ajolote y descubrimos que tiene los eritrocitos (glóbulos rojos) más grandes del mundo animal, mucho mayores a los humanos”, prosigue. Sin embargo, los estudios están en fase experimental y aún no se han podido aplicar a la medicina humana.
Peligro de extinción
“Actualmente hay más ajolotes en zoológicos y en acuarios que en Xochimilco” afirma el doctor Gual. Xochimilco fue declarado patrimonio de la UNAM por la UNESCO y la zona ecológica protegida tiene 2.500 hectáreas.
Anfibium, en el Zoológico de Chapultepec, alberga especies del Valle de México, Pátzcuaro, Toluca, Lerma y Zacapú (Michoacán), todas ellas en peligro de extinción. “La contaminación de las aguas por basura, agroquímicos, así como la introducción al lago de Xochimilco de peses como la carpa y la tilapia, han llevado al ajolote al borde de la extinción”, subraya el doctor Ocampo.
“Los peces nativos de Xochimilco ya no existen, se extinguieron hace 80 años, así como las almejas”, cuenta el biólogo mientras mira fijamente el agua oscura del canal en Cuemanco. Y cuando se le pregunta si piensan liberar a los ajolotes adultos que tienen, contesta: “No, porque el agua está muy contaminada y no podríamos hacer un seguimiento, que para nosotros eso es lo más importante. Tal vez en un futuro, si se dan las condiciones lo haremos”.
¿Ajolotes medicinales?
Román Zamora, un taxista, recuerda que cuando era niño, en los años 60, “el agua era tan cristalina y limpia en los canales de Xochimilco que veíamos los peces, los ajolotes y el fondo del canal. A los mercados llegaban personas con pececitos y ajolotes en una cubeta con agua y los vendían como mascotas. Los pobres animales se morían al tercer día porque no les dábamos la comida correcta. También recuerdo que en Xochimilco se hacían tamales de ajolote y hasta había un jarabe para la tos”.
El doctor Ocampo explica que hasta hace 50 años en Xochimilco se preparaban muchos alimentos con ajolotes porque abundaban y eran parte de la dieta diaria como tamales, caldos revitalizadores y el famoso jarabe de ajolote contra la tos. “Afortunadamente ya no se preparan aunque aún hay un jarabe que conserva el nombre ‘Ajolotiux’, que es menta, propolio y miel, pero ya no llevan ajolote”, señala el jefe del Proyecto CIBAC.
Las monjas ajoloteras
La doctora Olin Olivia Rodríguez Sánchez, de la UAM, conoce desde hace mucho tiempo a Sor Ofelia, monja del Convento de Pátzcuaro, Michoacán, que es una experta en el cuidado de los ajolotes. Las religiosas tienen un criadero certificado reconocido por las autoridades y ellas sí elaboran un jarabe de Achoque (ajolote) para la tos.
“Creo que ellas [las monjas] son las personas que más saben sobre el cuidado de ajolotes; de hecho, ellas nos han dado consejos de qué hacer cuando se enferman nuestros ejemplares, cómo atenderlos. Ellas manejan una colonia de una especie que es pariente de la de Xochimilco. Nunca nos han revelado la receta de su jarabe para la tos con ajolotes que es muy popular y codiciado. Ese es un secreto que guardan celosamente”, confía la doctora Rodríguez.
¿Funciona este járabe? “La gente le tiene mucha fe y como está hecho en un convento, pues tiene ayuda divina” responde divertido el doctor Ocampo. El doctor Fernando Gual afirma que probablemente además de la miel, las hierbas expectorantes y el propolio, el secreto está en el moco que recubre la piel de los ajolotes que es antibiótico.
No sólo el ajolote en peligro
La doctora Rodríguez advierte que la mala calidad del agua afecta de sobremanera a los ajolotes ya sea por detergentes, agroquímicos, insecticidas, etc., pues absorben todo por medio de la piel. “La piel del ajolote es más permeable a los contaminantes que la humana, que está protegida por queratina. Actualmente nos enfrentamos a un hongo que ya afecta a anfibios en todos los continentes. Se llama Quítrido (Batrachochytrium dendrobatidis). Los anfibios dependen de la piel para respirar, para vivir. En Anfibium estamos desarrollando y aplicando pruebas de PCR para todo tipo de anfibio y así monitorear y combatir el hongo”, enfatiza el doctor Gual.
El ajolote ayuda a mantener un equilibrio ecológico impidiendo que gusanos y moscos se vuelvan una plaga. Al proteger el hábitat de los ajolotes, protegemos a 138 especies más de vertebrados, aves, reptiles, anfibios y mamíferos. “Mi casa es tu casa. Si cuido la casa del ajolote cuido la mía” concluye el doctor Fernando Gual.

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