Entrevista de RFI con el sacerdote Gabriel Romanelli, cura párroco de La Sagrada Familia, única iglesia católica de Gaza que contaba con 135 fieles antes del inicio de la guerra de Israel contra Hamás. Testimonio de este sacerdote argentino sobre la tragedia que estalló el 7 de octubre tras el sangriento ataque de Hamás contra civiles israelíes. Informe también de Daniel Blumenthal, corresponsal de RFI en Tel Aviv, sobre la situación actual de los cristianos en Oriente Medio.
RFI. Padre Gabriel Romanelli, usted es cura párroco de La Sagrada Familia, la única iglesia católica de Gaza. Hemos logrado ponernos en contacto con Usted gracias a la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada de Francia (AED). ¿Cómo se encuentra en este momento?
Desgraciadamente me encuentro fuera de la parroquia desde que comenzó la guerra y desgraciadamente hasta ahora no me han dejado volver, a pesar de que el Patriarca de Jerusalén y otras autoridades de la Iglesia han pedido esa posibilidad, pues el trabajo allá es enorme. El día a día de la guerra lo está afrontando adentro de la de la parroquia el vice-párroco, el padre Yusuf, un sacerdote egipcio de nuestra comunidad del Verbo Encarnado. El padre Yusuf es misionero desde hace varios años en la Franja de Gaza. Pero yo debería estar allá porque hay muchas necesidades. Les digo todo esto para pedirles que recen para que yo pueda volver para apoyar y ayudar a tanta gente que sufre adentro de la parroquia y de la Franja.
RFI. ¿Cómo es la vida del Padre Yusuf en Gaza?
La Sagrada Familia es la única parroquia católica de Gaza. Al inicio de la guerra éramos poquitos, muy poquitos, 135 personas en toda la Franja de Gaza sobre una población de 2.300.000 personas, en su inmensa mayoría de religión musulmana. Los cristianos somos mil. Exactamente, 1017 personas, de las cuales solamente 135 católicos.
RFI. ¿Se celebran misas?
Se puede celebrar la Santa Misa gracias al padre Yusuf, que es el único sacerdote católico que se encuentra ahí. En la mañana, temprano, se levantan y ordenan todo para la Santa Misa. Rezan el Rosario. Hay algunas personas que duermen en la iglesia, sobre todo los ancianos. Aunque cuando hay bombardeos, los más cercanos, recibimos a toda la gente que puede entrar. Durante todo el día se organizan grupos para rezar el Rosario. Hasta hace un tiempo se celebraba una segunda misa diaria. Pero ya no se celebra por distintos motivos, en particular, para racionar las hostias y el vino. Esto es un problema real que tenemos en la Franja. Ahí, desde hace años, no entran muchos productos por distintos motivos. Las bebidas alcohólicas están prohibidas. Entonces el obispo, el Patriarca de Jerusalén, nos trae junto con el nuncio dos veces al año las botellas de vino que vamos a usar para el Santo sacrificio de la misa. Y las hostias las vamos entrando de a poco. Aunque hace poco empezamos a producir nosotros mismos las hostias.
RFI. ¿Y qué otras actividades realizan?
Se organizan grupos para ayudar a las Hermanas de la Madre Teresa. Ellas están en el mismo “compound”, en el mismo predio de la parroquia. Ellas curan a 54 niños y adultos con discapacidades. Son personas que han sido abandonadas o que tienen una gran necesidad y por eso viven con las Hermanas. Algunos de nuestros cristianos que están refugiados en la parroquia las ayudan. Otros se dedican a hacer algunas actividades con los niños, a la limpieza, a las guardias porque tenemos 600 refugiados. Ahí en los predios parroquiales hay parroquianos católicos y varios centenares de ortodoxos que están refugiados. La parroquia de la Sagrada Familia de Gaza se ha convertido una vez más, desde el principio de esta guerra, de aquel día atroz del 7 de octubre, en un campo de refugiados. También se ha convertido en hospital porque, además de los niños, las Hermanas de la Madre Teresa se ocupan de muchos ancianos, algunos de los cuales están postrados. Tenemos asimismo heridos. Y además ayudamos, con todo lo que se pueda, a cientos y cientos de vecinos que viven alrededor de la de la parroquia.
RFI. ¿Y en medio de la guerra, de los bombardeos del ejército israelí, tienen todavía ustedes feligreses que asisten a la misa en Gaza?
En realidad, los fieles están viviendo en la Iglesia. Desgraciadamente, desde el 7 de octubre hasta ahora hemos perdido a 27 miembros. La mayor parte han sido asesinados durante esta guerra. Dieciocho de ellos han muerto por un bombardeo del ejército israelí frente a la a la iglesia greco-ortodoxa de Gaza, la Iglesia de San Porfirio. Un edificio cayó encima de la gente. A los refugiados cristianos que estaban adentro de la parroquia, en ese edificio que era de la parroquia griego ortodoxa, les cayó el edificio encima. También hemos tenido, desgraciadamente, un triste suceso: un francotirador ha matado a dos señoras católicas que estaban refugiadas adentro del predio de la parroquia. Desgraciadamente, un francotirador del ejército las mató. En ese mismo día fueron heridas siete personas. La gente sí va a misa, viven ahí. En la iglesia hay muchos que no van por distintos motivos, porque por más que tengan una fe enorme y sean gente excelente, no es fácil vivir en medio de una guerra, en un momento de guerra. La población cristiana sufre lo mismo que la población musulmana o que la población de cualquier religión, incluso aquellos que no creen en nada. Hay muchas personas refugiadas que presentan señales de depresión. Se ven muy muy tristes, no se pueden mover, no encuentran fuerzas para moverse. Las aulas de nuestra escuela se han convertido en sus casas. Y, con el paso del tiempo, es cada vez más difícil para ellos porque llevan mucho tiempo ahí encerrados y nadie sabe hasta cuándo durará esta guerra.
RFI. ¿Y cómo se las arreglan en Gaza para conseguir agua y alimentos?
Se trata de conseguir lo que se pueda conseguir. En la Franja de Gaza, que era la cárcel a cielo abierto más grande del mundo, donde viven 2.300.000 personas, faltaba de todo. Y, sobre todo, faltaba libertad. Faltaba libertad de movimiento para salir de la misma Franja. Desde que empezó la guerra la gente no puede libremente irse de un barrio a otro. Por ejemplo, del norte al sur o del sur al norte. La parroquia católica se encuentra en una barriada muy pobre. Ahí falta de todo porque las ayudas humanitarias que llegan a cuentagotas no son suficientes. Hay gente con sed, hay gente con hambre, hay gente enferma, hay gente herida, hay gente sin abrigo. Es una tragedia y hay que tratar por todos los medios de evitar mayores daños por el bien de toda la población y por el bien de la paz, tanto en Palestina como en Israel. Es necesario que se termine esta guerra, que haya un cese del fuego de manera inmediata y permanente. Y eso por el bien de todos. La mayor parte de los más de 25.000 personas que murieron en la Franja de Gaza, pues sobre todo por la causa de los bombardeos, la mayor parte de los 25.000 fallecidos son civiles. Además, se habla de al menos 7000 personas que están debajo de los escombros. Entre todos esos muertos, al menos 10.000 son niños. Hay que frenar todo esto. Además de la masacre deplorable del 7 de octubre que se cobró tantas víctimas, 1200 víctimas, día a día no cesa de aumentar en la parte de la Franja de Gaza con cada nuevo bombardeo, más muerte, más heridos, más huérfanos. Miles de niños han quedado huérfanos. En las estadísticas de hace un mes se hablaba de al menos mil niños amputados. ¡Mil niños! Es una atrocidad. Es necesario poner freno a todo esto y ciertamente trabajar e implorar del cielo, pero también trabajar en orden a la justicia. La justicia con todos, la justicia para que pueda verdaderamente vivir tanto el pueblo palestino como el pueblo israelí, uno junto al otro, en su territorio, con sus leyes, con sus costumbres, respetando la libertad de cada creyente. Esta es la situación general en que se vive. Se consigue poca agua y muchas veces no es de buena calidad y la comida que se consigue se consigue al precio que sea.
RFI. Padre Romanelli, ¿tiene usted algún mensaje desde Jerusalén cuando van a cumplirse cuatro meses del inicio de la guerra de Israel contra Hamás?
Nosotros somos discípulos y amadores de Jesucristo, el Príncipe de la Paz. Él vino para traer la paz del cielo para todo hombre y mujer de buena voluntad, para cada ser humano, judío, musulmán, cristiano, incluso aquel que no cree en nada. Y, como seguidores de Cristo, trabajamos por la paz para todos, la paz para Palestina, la paz para Israel. Y es por eso que suplicamos a todos que recen, que se nos unan a rezar por la paz, por la enseñanza de la Escritura. En particular cuando nuestro Señor Jesucristo dice “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”. Nosotros queremos trabajar por la paz. Queremos ser llamados hijos de Dios. Y para trabajar por una paz verdadera hay que trabajar y hay que implorar y hay que hacer todo lo posible para que haya justicia, ya que la paz es un don, es verdad, pero también la paz es fruto de la justicia. Y acá hay otro elemento más que me gustaría recordar: el Papa Juan Pablo Segundo decía que no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón o sin reconciliación. En este momento sigue muriendo gente, sigue habiendo bombardeos, hay un montón de gente privada de su libertad. Hay miles y miles de heridos sin curar, miles de personas que fueron echadas de sus casas, que están sin cobijo. En este momento parecería difícil hablar de perdón y reconciliación. Pero ésa es precisamente nuestra misión. Eso es lo que proclamó Jesucristo, incluso con su vida. Jesús no solamente trajo paz, sino la justicia, el perdón. Él implora perdón al decir “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Nosotros también, queridos hermanos, tratemos de poner el sentimiento y los actos de perdón, de justicia y de paz en cada uno de nuestros actos. Así como ayudar a tantos hermanos nuestros que sufren no solamente en Tierra Santa, sino también en Ucrania y en un montón de otros países del mundo, de otras guerras que desgraciadamente pasan inadvertidas, pero que se cobran millones y millones de víctimas. Que la Virgen Santísima, Nuestra Señora de la Paz, nos conceda la paz. Yo les doy mi bendición, les agradezco esta oportunidad y recen mucho por nosotros, por nuestros misioneros. Tenemos dos hermanas de América Latina también en la Franja de Gaza, que son del Perú. Son dos gemelas: las Hermana María del Pilar y María del Perpetuo Socorro, que han querido quedarse junto a la gente en Gaza al ver el sufrimiento y la necesidad que hay ahí. Recemos también para que puedan seguir sirviendo a Dios y al prójimo como ellas se han propuesto hacer.