Catalogada en Francia desde 2.005 como estupefaciente, sustancia clandestina en numerosos países, la ayahuasca es una planta alucinógena utilizada por los indígenas del Amazonas desde 1.500. Su consumo es la base del 'turismo chamánico', el cual prospera hoy en Occidente. Hablamos sobre este fenómeno con el antropólogo David Dupuis, con ocasión de la exposición 'Visiones chamánicas, artes de la ayahuasca en la Amazonia peruana' que presenta actualmente el museo Quai Branly de París.
El uso de la ayahuasca en la frontera entre Colombia, Perú y Ecuador se remonta a 1.500, según las últimas investigaciones arqueológicas. En 2023, el "turismo chamánico" sigue atrayendo a numerosos occidentales y la figura del chamán se ha popularizado a través de curanderos que realizan estas ceremonias no solo en el corazón de la selva amazónica sino también, en ocasiones, en las ciudades europeas.
"El chamán es una especie de embajador entre el mundo invisible y el mundo humano. Su rol es negociar las relaciones con el mundo invisible según el interés de la comunidad', explica el antropólogo David Dupuis, comisario de la exposición "Visiones chamánicas, artes de la ayahuasca en la Amazonia peruana", que se presenta hasta el 26 de mayo de 2024 en el museo Quai Branly de París.
Todo esto ocurre en el contexto amazónico, concretamente en el de la Amazonía peruana, donde ha investigado este antropólogo y psicólogo francés. "El chamán, en tanto intermediario entre el mundo social, el mundo de los seres humanos, y el mundo espiritual o el mundo invisible, trata de construir una relación con estos seres invisibles, los cuales pueden ser los espíritus de los animales, los espíritus de las plantas, los ancestros. Su rol es construir relaciones con ellos. Por ejemplo, se puede intentar encontrar a los espíritus de los animales para negociar con ellos que los cazadores tengan más animales para cazar".
Uno de los usos de la ayahuasca que menciona David Dupuis tiene que ver, justamente, con la cacería. En el contexto indígena, esa planta alucinógena se utiliza para endurecer a los cazadores. Es una forma de aterrorizarlos y hacerlos sufrir antes de salir de cacería. "Es como un ejercicio de realidad virtual para fortalecerlos, para que enfrenten el terror", explica Dupuis.
Esas prácticas parecen comprensibles y ajustadas a la cultura indígena amazónica. En cambio, ¿qué hay detrás del concepto de "turismo chamánico", es decir, los occidentales que viven en un contexto completamente distinto al de la selva, pero que van a buscar a 10.000 kilómetros de distancia estos saberes ancestrales?
Buscar en la selva lo que occidentales perdieron con la modernidad
"Esto forma parte de un movimiento social que empezó en los años 50 con la contra-cultura norteamericana, la cultura psicodélica. En este contexto aparece el chamán como una figura popular. Es percibido por los modernos, los occidentales, como un guía, un psicoterapeuta, que posee una supuesta sabiduría propia a los pueblos no-occidentales. Hay un poco de idealización de estos pueblos nativos y, al mismo tiempo, la idea de que los occidentales han perdido algo en el proceso de modernización, industrialización y secularización. Se piensa que ‘los gringos’ que van hasta la selva amazónica tendrían que encontrar algo o recoger algo que han perdido. Y van a poder hacerlo gracias al contacto con estos pueblos nativos, los cuales son percibidos como pueblos primarios. En este contexto, este 'primitivismo' es percibido de manera positiva", sostiene Dupuis.
Pero, ¿qué es eso que los occidentales han perdido?
"Es algo relacionado con la naturaleza y la salud. Por eso hay tantos occidentales que viajan para tomar la ayahuasca en Perú. Yo tuve la oportunidad de cruzarme con centenares de ellos cuando estuve realizando mi trabajo de campo para mi tesis de doctorado. La principal motivación de la gran mayoría de ellos es terapéutica. Están buscando terapias para cosas que no han podido curar en sus propias sociedades, sobre todo, cuestiones psíquicas, adicciones, duelo, depresión, etc. Una buena parte de estos occidentales están buscando ayahuasca en el contexto de una búsqueda espiritual", subraya el antropólogo.
¿Y se curan?
"Ésa es una buena pregunta. Es muy difícil definir qué es curarse. Lo que he observado es que las personas que participan en estas ceremonias pueden encontrar un sentido nuevo a los síntomas que presentan. Los curanderos van a proponer un nuevo contexto de interpretación de su vida, de su biografía, de su sufrimiento".
¿Difieren las visiones entre las de un occidental y un indígena en las ceremonias con ayahuasca?
"Los occidentales llegan pensando que con la ayahuasca van a ver desfilar muchos recuerdos. Es cierto que uno se recuerda de muchas cosas que están conectadas con intensidad emocional. Pueden ser traumas, pero también otros recuerdos. Pero no todos los participantes tienen visiones, aunque es, en general, una experiencia muy emocional. La ayahuasca te da como una amplificación de las emociones. Cuando estás tomando ayahuasca por la noche en la maloca vas a sentir cólera, rabia o tristeza de manera muy amplificada. Para estos clientes europeos, occidentales en general, la noche de ayahuasca es un poco como un psicoanálisis. Un psicoanálisis, pero muy acelerado y mucho más corporal, digamos, pues no hay que olvidar el vómito", apunta.
David Dupuis también evoca el tema de los "recuerdos inducidos", entre otros, los recuerdos de incesto, los cuales pueden no ser reales. Sobre este aspecto, el antropólogo llama la atención sobre el hecho de que "estas experiencias psicodélicas tienen lo que llamamos cualidades ‘noéticas’. Estas experiencias tienen una calidad de verdad muy fuerte. Así que cuando la persona tiene visiones o tomas de conciencia, no son percibidas como ilusiones producidas por una sustancia alucinógena, sino como una auténtica revelación, una evidencia muy directa. Por eso hay que tener cuidado con esto ya que los recuerdos en estas experiencias pueden ser verdaderos, pero también pueden ser una mera fantasía. Por eso hay que manejar este aspecto con mucho cuidado", advierte.