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Las protestas en Georgia no han cesado desde octubre de 2024, tras las denuncias de fraude en las elecciones parlamentarias en las que el partido gobernante, Sueño Georgiano, ganó la mayoría de los escaños. En las calles, se sigue exigiendo la repetición de las elecciones y la liberación de los detenidos en las manifestaciones.
Decenas de personas en la capital georgiana siguen protestando tras las elecciones del pasado año, denunciando el fraude electoral y exigiendo la repetición de los comicios, la liberación de los manifestantes detenidos y la vuelta al camino europeo.
“Obviamente, actualmente, las prioridades han cambiado y ahora es la libertad de los presos políticos”, explica una joven en la protesta número 140 en Tiflis, en la que la población sigue pidiendo justicia y exigiendo el fin del Gobierno a través de cánticos que dicen “abajo los oligarcas” o “sin justicia no hay paz”.
Los presos políticos a los que se refiere la joven corresponden a personas detenidas durante las protestas en Georgia que se iniciaron hace ya más de cinco meses. Todo el empezó el 26 de octubre de 2024, cuando el partido Sueño Georgiano (SG) ganó las elecciones parlamentarias renovando su mandato, el cual posee desde 2012.
Sin embargo, según observadores internacionales, como la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) o el Parlamento Europeo, éstas estuvieron repletas de irregularidades, como la compra de votos o la coacción de votantes. Organizaciones civiles, como la Asociación de Jóvenes Abogados de Georgia, pidieron anular los resultados en más de 2.000 colegios.
Con estas acusaciones, la población en la capital y en otras grandes ciudades como Batumi o Kutaisi, empezaron a salir a las calles exigiendo la repetición electoral. Durante semanas en noviembre y diciembre eran cientos las personas que protestaban en el país.
Unas movilizaciones que fueron reprimidas por el Gobierno: se denunció el abuso de violencia contra los manifestantes por partes de las fuerzas de seguridad estatales. Se establecieron multas para los que participaron en las protestas, y para identificarlos, el Parlamento instaló reconocimiento facial en las cámaras de la ciudad. Medios de comunicación independientes como Batumelebi y Netgazeti han sido cerrados y decenas de periodistas detenidos desde el inicio de las movilizaciones.
Una crisis que se agudizó aún más cuando, en medio de las protestas, el primer ministro, Irakli Kobajidze, anunció la suspensión del proceso de adhesión a la UE hasta 2028.
“Yo, personalmente, estoy en contra del régimen ruso, y lo que nuestro gobierno ilegítimo está haciendo es esconder que sus últimos pasos han sido guiados por el Gobierno ruso y lo que quieren construir aquí en Georgia es algo inaceptable para la gente que reclama libertad”, dice una manifestante.
Los jóvenes en la capital georgiana piden volver al camino europeo y separarse de Rusia. El recuerdo de la guerra que destrozó el país en tan solo cinco días en 2008 aún es muy reciente, y la cercanía a Rusia despierta miedos aún no superados.
Y aunque ya no sean cientos de personas y tan solo unas decenas que van a las puertas del Parlamento de Georgia, éstas no tienen pensado parar hasta, como cantan cada noche, “que haya justicia”.
Las protestas en Georgia no han cesado desde octubre de 2024, tras las denuncias de fraude en las elecciones parlamentarias en las que el partido gobernante, Sueño Georgiano, ganó la mayoría de los escaños. En las calles, se sigue exigiendo la repetición de las elecciones y la liberación de los detenidos en las manifestaciones.
Decenas de personas en la capital georgiana siguen protestando tras las elecciones del pasado año, denunciando el fraude electoral y exigiendo la repetición de los comicios, la liberación de los manifestantes detenidos y la vuelta al camino europeo.
“Obviamente, actualmente, las prioridades han cambiado y ahora es la libertad de los presos políticos”, explica una joven en la protesta número 140 en Tiflis, en la que la población sigue pidiendo justicia y exigiendo el fin del Gobierno a través de cánticos que dicen “abajo los oligarcas” o “sin justicia no hay paz”.
Los presos políticos a los que se refiere la joven corresponden a personas detenidas durante las protestas en Georgia que se iniciaron hace ya más de cinco meses. Todo el empezó el 26 de octubre de 2024, cuando el partido Sueño Georgiano (SG) ganó las elecciones parlamentarias renovando su mandato, el cual posee desde 2012.
Sin embargo, según observadores internacionales, como la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) o el Parlamento Europeo, éstas estuvieron repletas de irregularidades, como la compra de votos o la coacción de votantes. Organizaciones civiles, como la Asociación de Jóvenes Abogados de Georgia, pidieron anular los resultados en más de 2.000 colegios.
Con estas acusaciones, la población en la capital y en otras grandes ciudades como Batumi o Kutaisi, empezaron a salir a las calles exigiendo la repetición electoral. Durante semanas en noviembre y diciembre eran cientos las personas que protestaban en el país.
Unas movilizaciones que fueron reprimidas por el Gobierno: se denunció el abuso de violencia contra los manifestantes por partes de las fuerzas de seguridad estatales. Se establecieron multas para los que participaron en las protestas, y para identificarlos, el Parlamento instaló reconocimiento facial en las cámaras de la ciudad. Medios de comunicación independientes como Batumelebi y Netgazeti han sido cerrados y decenas de periodistas detenidos desde el inicio de las movilizaciones.
Una crisis que se agudizó aún más cuando, en medio de las protestas, el primer ministro, Irakli Kobajidze, anunció la suspensión del proceso de adhesión a la UE hasta 2028.
“Yo, personalmente, estoy en contra del régimen ruso, y lo que nuestro gobierno ilegítimo está haciendo es esconder que sus últimos pasos han sido guiados por el Gobierno ruso y lo que quieren construir aquí en Georgia es algo inaceptable para la gente que reclama libertad”, dice una manifestante.
Los jóvenes en la capital georgiana piden volver al camino europeo y separarse de Rusia. El recuerdo de la guerra que destrozó el país en tan solo cinco días en 2008 aún es muy reciente, y la cercanía a Rusia despierta miedos aún no superados.
Y aunque ya no sean cientos de personas y tan solo unas decenas que van a las puertas del Parlamento de Georgia, éstas no tienen pensado parar hasta, como cantan cada noche, “que haya justicia”.
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